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22/1/08

LA REINA GITANA

Se llama Rosario Montoya. Es jerezana orgullosa de serlo, gitana hasta la médula y artista con mayúsculas.
Pero no se engañen, ni baila ni canta ni palmea. Nada más y nada menos que vuelca su cuerpo menudo, su mirada negra, sus rizos inquietos, y su mucho arte, sobre las teclas de un piano.
Una gitana tocando el piano.
Pero además lo borda, en creación y ejecución, entreverando ritmos dispares, tramos melodiosos con arranques de genio, pasajes de sabor clásico con volutas árabes y aires flamencos, los que lleva dentro.
Así es. Escuchar sus interpretaciones resulta una delicia sobrecogedora. No te permite, en ningún caso, ni un leve instante de impasibilidad. Porque cuando ya acaricias las algodonosas nubes a través de sus notas suaves, confiado en un plácido y lineal viaje musical, aparece el sobresalto desgarrador de los rayos y las tormentas, el sabor incierto de bulerías y tangos, de malagueñas y seguiriyas, de rumbas y salsas, todo subyacente, disimulado, pero evidente.
Pero no es sólo su piano, sus manos. También ha sabido acompañar la interpretación de sus composiciones con instrumentos dispares, agridulces, el fondo lloroso del violín, el quebranto de la caja, los austeros acordes del violonchelo, fabricando una amalgama heterogénea, un raudal a veces desgarrador y desconcertante.
Pues sí, Rosario Montoya, la reina gitana, es de Jerez. Y casi nadie lo sabe.
De ser sevillana la llevarían bajo un palio, estaría arropada como un bebé, pero aquí, en esta bendita tierra tan parecida a la sevillana, nos diferenciamos de ellos en el frío desprecio de lo propio. Como ya ha ocurrido con tantos.
Así va Rosario Montoya, la Reina Gitana, paseando el nombre de Jerez por todas las tierras de España, maravillando con esa música distinta, repartiendo emociones de miel y sal. Seguramente, cuando alcance sin ayuda las alturas que le corresponden, entonces, la llamaremos sin pudor traidora de su tierra.

NACIONALISMO VASCO

Llevo algún tiempo arrastrando las ganas de escribir alguna línea sobre el nacionalismo vasco. Hoy, por fin, me he decidido. Y sentía esa picazón porque la imagen política que nos muestran no es más que la fachada de una muy elaborada operación estética de marketing.
Así pues, diré lo que sé al respecto, que les aseguro que no es poco, y de muy buena tinta. Aún no me explico por qué motivos se silencian o son minuciosamente tergiversadas las auténticas realidades vascas.
La aspiración nacionalista vasca es bien reciente, de finales del XIX. Fue formulada sin ninguna convicción por un tal Sabino Arana, un Carlista revenido, que, entre otros inventos de menor calado, ideó la ikurriña, prefabricó una ortografía del euskera y contagió a unos pocos de su acentuado racismo. Así de reciente es esa tradición nacionalista que pretenden vendernos como una realidad casi prehistórica.
El difuso ideario de este personaje ambiguo y controvertido fue captado por unos pocos poderosos para fundar el PNV. La razón última de este partido, fuera de maquillajes, es muy simple. ¿Por qué repartir la tarta vasca con el resto más desfavorecido de España? El modus operandi es igual de obvio, presionar al gobierno central con la amenaza independentista para arañar beneficios. O sea, resulta que la doctrina vasca, como casi siempre, se agota en “la pela”. Lo demás, créanme, es torcida propaganda.
La independencia vasca es cuestión de tiempo. El plan elucubrado es tan paciente como eficaz y se van cumpliendo escrupulosamente los hitos establecidos al término del franquismo. La estrategia era bien simple. Un brazo político, el PNV, y los estragos de ETA. Los segundos matan, extorsionan, amenazan, y los peneuvistas ponen la mano.
Mientras tanto, mediante las ikastolas –escuelas fundamentalistas vascas, para entendernos-, han ido envenenando a los niños en el odio a España y en el amor a su invención reciente. Esto ocurre desde hace treinta años. Y los bebés de entonces ya votan.
Por otra parte, han procurado de todos los modos la expulsión de los que no piensan de igual manera, con amenazas, cartas, pintadas, agresiones, muertes,… Poco a poco, aburridos y aterrados, ha ido desertando buena parte de los discrepantes del nacionalismo.
Con lo uno y lo otro, ahora, calculadora en mano, ya empiezan a salir los cálculos para proponer, o forzar, un referéndum.
Ese, y no otro, les aseguro que es el panorama real en el País Vasco.
Cuando esa unidad de propósitos entre PNV y ETA comenzaba a resquebrajarse, llegó ZP que, con el talante en la mano, se dejó engañar con diálogos imposibles. Él mismo ha reconocido su error, pero era evidente.
No se puede negociar con alguien que te apunta con una pistola por debajo de la mesa. Además, ETA no se acabará con razones porque no es posible razonar con fanáticos o con seres descerebrados e innecesarios. Y los Kale Borroka, esos agitadores callejeros, no son otra cosa que unos “macarrillas” de tres al cuarto que conforman la cantera etarra. Reciben en el móvil una consigna y queman lo encomendado. Al día siguiente, recogen un sobre con una gratificación para gastarse en litronas, piercings y porros. Yo he visto una tarifa de los “kale borroka”, sellada por ETA; diez mil por quemar un cajero, cien mil un banco, etcétera. Supongo que habrá otra similar por asesinar diputados o guardias civiles.

EL COTARRO ELECTORAL

Al ciudadano de a pie, supongo, se le debe estar haciendo muy cuesta arriba encontrar destinatario para sus votos. No tanto en las andaluzas, en las que Chaves, parapetado una vez más tras el fragor de las elecciones generales, repetirá en su empeño de proponer una Andalucía puntera y ejemplar; fundamentalmente en pobreza y desempleo, materias en las que seguimos siendo la cola aventajada de Europa; lo que, al parecer, nos gusta.
En las elecciones generales la cosa se complica; las opciones no son de demasiada confianza o, en todo caso, votaremos la menos mala, lo que en democracia es francamente preocupante.
Por la derecha, Rajoy, o quienes le asesoran precariamente, desfenestrando a Gallardón, ha desperdiciado una ocasión pintiparada de ensanchar hacia el centro su potencial votante. Una torpeza, porque buena falta le va a hacer ese puñado de votos. También, con esa rumorosa eliminación, ha descartado una futura amenaza para los Aguirre, Zaplana, Acebes, Arenas, etc… políticos atravesados para el electorado nacional y necesariamente renovables.
Pero además, dos torpezas en una, esta decisión ha amordazado el anuncio de su fichaje estrella, Pizarro, un brillante gestor capaz de dar respuesta a la principal preocupación del españolito, esa alarmante situación económica que sólo Zapatero es incapaz de vislumbrar.
Por la izquierda, encontramos más de lo mismo. El PSOE, como siempre por estas calendas, intenta caldear las viejas rencillas entre los españoles, como si en España fuera posible una nueva confrontación civil. Una baja artimaña, un engañabobos. Lo que no puede presentar es un balance afortunado de su gestión, que ha sido torpe, indecisa y débil. Si no miren; fortalecimiento de ETA, debacle económico salvo para la banca, irrisoria política social, menos educación y más paro y empleo precario… Eso sí, mucho talante, pero poco talento.
Tampoco esta vez dispone del recurso de las mentiras del PP como arma arrojadiza; Zapatero mintió descaradamente al asegurar que no se había reunido con ETA después del atentado de la T4, y lo hizo. Sin embargo, ahora no ha habido mensajitos, ni juicios, ni acometida de los medios, ni estrategias de Rubalcabas. Raro, raro.
Más a la izquierda, la dama apostólica del PSOE, Izquierda Unida, manejada por un celestial Llamazares que despide odios irredentos en cada una de sus palabras, sólo ofrece respuestas a los encasillados en sus siglas. Y aquí no le valen sus subterfugios congresuales, cambiando las reglas inopinadamente para asegurarse su continuidad.
Así que, me temo que, si quiero votar en conciencia, mejor ese día me quedo en casa.