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20/10/08

FELICES

Dicen algunos, sin duda desvariados, que la vida debiera tener como norte la consecución de la felicidad y que, en consecuencia, toda la mecánica organizativa debieran ser instrumentos que ayuden a ese propósito. Véase democracias, estados, ayuntamientos y demás, todos ellos repletos de funcionarios al servicio de nuestras sonrisas.
Si esto es así, que es así, ¿creen ustedes que lo estamos haciendo bien? O mejor ¿creen que estamos empleando el sistema adecuado?
Me temo que no. Y para corroborarlo no hace falta un ejercicio desmesurado; sencillamente, abran la ventana, miren hacia a la calle y observen los ojos de la gente; apagados, sin brillos, indiferentes, resignados.
Enfrente, en el bar, una señora está esquilmando en una tragaperras el dinero de la compra. Abajo, dos conductores pugnan por una plaza de aparcamiento mientras buscan trabajo bien remunerado a sus respectivas madres. También hay cuatro parados ocupando un banco. Uno de ellos comenta, “mal asunto que tengan que solucionar la crisis quienes la han consentido y quienes no la notan”. Más allá, una madre clama porque su niño acaba de pisar una de las miles cacas de perro, como un campo de minas. Al fondo, asoma la cola del INEM, más larga que nunca, como una serpiente.
¿No les parece muy costoso el aparato para los pobres beneficios que nos comporta?
Yo recomiendo un nuevo sistema; menos leyes, el derribo del "dios dinero" y más educación.

LAS DIPUTACIONES

Los últimos sucesos vienen a confirmar con meridiana exactitud lo que tan a menudo he pregonado desde este espacio; la ineficiencia y el oscurantismo de las diputaciones provinciales con la complicidad evidente del clan político.
Los medios han destapado lo sucedido en Almería donde la diputación servía de cobijo a despojos políticos, amigotes, compañeros de partido y otros desahuciados a los que interesa mantener contentos y callados. Casi un subsidio. La cabeza de turco almeriense, por cierto, está fraternalmente amparada por el señor Chaves al hilo de su interpretación moderna de la filosofía cortijera.
A mi juicio, un país, y menos en las tristes condiciones actuales, debe esforzarse por prescindir de los gastos superfluos y, habiendo en el aparato del estado muchas instancias innecesarias, no se me antoja nada más prescindible que esos cementerios de elefantes o casas de misericordia que son las diputaciones.
El sucedido almeriense debiera ser por tanto, sería de desear, sólo el principio; el punto de partida para la auscultación de los más recónditos rincones de las diputaciones; por ejemplo la nuestra. Luego, una vez adentrados en las tripas de su funcionamiento y valorada su eficacia, será casi obvio su desmontaje.
Cuando esto ocurra, subirá el paro considerablemente pero, al menos, no estarán repartiéndose entre ellos nuestro dinero.

LA RESURRECCIÓN DEL VINO

Sube el paro. En Jerez más que en ningún otro sitio. Llegaremos como poco a los 25.000 y los remedios deben producirse ahora y no cuando estemos ahorcados.
La propuesta de una ciudad turística y de servicios se resquebraja. Y era previsible. El turismo y los servicios debieran ser el añadido de alguna otra cosa. Si no, siempre estaremos a la merced de la volatilidad externa.
Tampoco es posible inventarnos un tejido industrial. Nadie nos quiere para montar sus empresas, salvo si son generosamente subvencionadas. Sólo nos usan para el vino, la risa y los langostinos. Sus razones tendrán.
¿Y qué hacemos entonces? ¿Resignarnos?
No se me ocurre otra fórmula que ser consecuentes con nuestra cultura. Apostar por nuestra tradición y sabiduría. Por el vino; sí, por el vino.
Se me ocurre reflotar la industria vinatera, como objetivo número uno, sin más puñetas. Tenemos una gran marca colectiva y los mejores productos. Sólo nos falta venderlos, habilidad, trabajo, imaginación y atrevimiento para resucitarlos. Constituir la “mesa del vino” –y no el vino de mesa-, dando cabida en ella a todos los sectores, echar en esta empresa el resto.
No hay otra alternativa para abandonar la cola de los torpes, salvo más de lo mismo.

CRISIS

El Ayuntamiento de Jerez está casi en bancarrota, lo estaba ya antes de llegar la crisis. ¿O sigue sin ser crisis?
Las medidas que se barajan en el cotarro político jerezano para contrarrestar esta ruina no son demasiadas y, siempre, de naturaleza irrisoria. Recortes en todo hasta el ahogamiento menos en lo más razonable, en los gastos propios.
Yo, aquí, humildemente, les sugiero algunas medidas adicionales que, sin duda, no tomarán en cuenta. Pero, al menos, es bueno que el ciudadano de a pie sepa que no lo hacen.
Una. Supresión de todos los coches oficiales. O sustituirlos por bicicletas. Una medida, por otra parte, absolutamente congruente con el plan de movilidad que ustedes sugieren.
Otra. Limpieza exhaustiva de cargos y puestos obsoletos y revisión salarial de los que no lo son. De ahí podemos ahorrar un buen pico.
Y otra. Supresión de todos los departamentos y organismos decimonónicos e inservibles. Por ejemplo… ¿alguien sabe la utilidad de las Diputaciones salvo cementerio de elefantes políticos y Jauja de los amigotes? De aquí sí que sacamos una buena pasta.

2/10/08

NEPOTISMO

En el Ayuntamiento de Jerez se suceden las acusaciones entre PP y PSOE, y viceversa, sobre los tratos de favor, también llamado nepotismo, en la contratación de determinados trabajadores; dicho sea que, a menudo, llamarlos “trabajadores” pudiera ser un exceso por mi parte.
Pues bien, aclaremos el término.
Nepotismo es la preferencia de los gobernantes o funcionarios por proporcionar favores o empleos públicos a familiares y allegados; lo que en el lenguaje cotidiano se conoce como enchufe. Este uso, en sociedades que presuntamente se rigen por el factor “mérito”, como la nuestra, constituye un acto a todas luces discriminatorio y corrupto.
Pero claro, el clan de los políticos se desenvuelve a las mil maravillas en esos territorios fronterizos de la legalidad y, con mayor destreza aún, en los de la moralidad. Por eso han llegado donde están.
¿Y qué hacen nuestros políticos para legitimar ese nepotismo?
Muy fácil. Inventarse la figura de los puestos de libre designación, o sea, el puro y afilado dedo vestido de legalidad.
En todos estos asuntos, y en otros muchos, los políticos procuran siempre sembrar la confusión entre la razón y el pretexto, el asunto y el trasunto. El pretexto es rodearse de figuras de confianza, más técnicas y especializadas, que les ayuden a dilucidar sus decisiones. Y la verdadera razón, más que a menudo, cuando no siempre, es el puro nepotismo, o sea, la colocación bien remunerada de familiares, amigos y afines.
No se salva ninguna de las formaciones que conozco, acaso el partido de Rosa Diez, por recién llegado. Y esa epidemia no excluye al espectro jerezano. Véase, PP y PSOE como versiones veniales de lo que promovió Pacheco en su día.
Y si estoy equivocado, para desdecirme… ¿podrían ustedes hacer públicas las listas de cargos de libre designación desde los remotos tiempos de Pacheco? ¡Ah! y de paso ¿podrían incluirme ustedes la nómina de la Diputación de Cádiz? De ahí, si no les importa, me apuntan a todos, del primero al último, que no los ha votado nadie.
Puede ser divertido.