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2/12/08

ESCRITORES Y FONTANEROS

Recibo una llamada de teléfono.
-¿Don Carlos Jurado?
-El mismo -contesto-.
Mi interlocutor se presenta ceremonialmente. Me dice que ha fundado una revista de corte literario que, dada la filosofía corrosiva que la inspira, se llamará “La Barrena” y que está buscando plumas afiladas para llenar sus páginas de contenido.
-Si busca plumas… ¿Ha probado con Boris? -ironizo-.
-¿Ve usted cómo no me he equivocado al llamarle?
A continuación comienza con la glosa de rigor de su iniciativa, chocantemente desmedida, con los aparejos y embustes de quien te vende una enciclopedia. Me comenta que cuenta ya con reputadas colaboraciones, algunas deslumbrantes, aunque no me dice nombres. Lógico. Añade que “La Barrena” llegará a todos los rincones de España e Hispanoamérica, para convertirse en referencia de los entresijos literarios en lengua castellana. Para acabar, me ofrece una colaboración semanal como si me regalara un millón de euros.
-Todo eso está muy bien pero… ¿Cuánto pagan? -le pregunto-.
-¿Pagar? Nada, por supuesto. Le parece poco con la honra… -me responde con cierto deje contrariado-.
Como no es el primer ofrecimiento “altruista” de esta calaña que recibo para que, luego, los avispados promotores de periódicos, revistas y demás se llenen los bolsillos en santidad de buenas letras, intento abreviar la negativa. Y no por desprecio a ese tipo de iniciativas sino porque uno ya empieza a estar harto de la vejación constante que sufren los escritores, como si escribir fuera el único oficio en el que no están bien vistas las retribuciones.
-Es que los escritores también comemos -le digo-.
-Pues, la verdad, no le entiendo. Se pegan tortas por entrar… -casi me espeta-.
-No quiero que nadie se haga daño por mi culpa.
Me despido muy amablemente y cuelgo.
Apenas unos minutos más tarde, me informan de que se ha estropeado el grifo de la cocina, que chorrea, así que llamo al fontanero y le detallo la naturaleza de la avería.
-A ver si la semana que viene puedo pasarme.
-¿Y mientras? -le pregunto preocupado mientras observo el cuantioso desagüe del grifo-.
-Mientras pone usted un vasito.
Tres semanas más tarde, tres mil seiscientos vasitos después, está el grifo medianamente arreglado. Diez minutos cronometrados empleó el orondo fontanero en aquella improvisada chapuza sin ningún propósito de arreglo sino de poner la mano.
-Aún gotea -le señalo-.
-Pero no inunda -me responde insolentemente-.
Antes de que me pase la minuta, rememoro la conversación con el editor de “La Barrena” y decido experimentar con el asunto de las sensibilidades. Así que, para conmoverle, le explico al fontanero matices de la crisis económica, de su repercusión en las economías familiares, de cómo nosotros, los de abajo, los que no tenemos márgenes económicos para salvar la crisis, debemos hacer frente común y solidario para no ahogarnos.
-¿O no es para usted una honra haber arreglado ese grifo?
El fontanero parece no entender del todo mi comentario pero se encoje de hombros, me pasa la cuenta y extiende la mano.
-Pues se daban tortas por venir a arreglarlo.
El fondón fontanero me mira de arriba abajo, se rasca la colorada nariz y me dedica una mirada equidistante entre la socarronería y la impaciencia. Luego me cobra setenta euros por mano de obra, diez por los materiales y veinte por el desplazamiento.
Entonces fue cuando decidí dejar las letras y tomar el oficio de fontanero. Pero, por más que lo intento, no puedo.

EL SEÑOR MORALES


Un bético muy bien informado, de los de fiar, muy considerado en la cúpula de Heliópolis, me comentó hace ya algunos meses que Nuchera jamás compraría el Xerez Deportivo. Y me lo refirió con una sonrisa socarrona y recelosa.
-Ése está tanteando, como siempre. Lleva toda la vida haciéndolo, a ver qué pilla.
Quizás por esta referencia, insisto muy de fiar, no me ha supuesto ninguna sorpresa la reciente espantada de Nuchera. Ser solvente es una cosa pero, ser serio, es otra bien distinta.
Pero más aún, la retirada de Nuchera ha sido para mí una doble satisfacción.
Primero, porque no quiero en Jerez a un alumno aventajado de Lopera, con la chequera en una mano y el santoral en la otra; lo único que nos faltaba. Y también, por otra parte, porque así Joaquín Morales está obligado a quedarse en el Xerez.
La inspiración de esta satisfacción doble se sustenta en un detalle que puede parecer poco solvente; nunca me gustaron los ojos del sevillano y sin embargo confío en la mirada del de Dos Hermanas. Las palabras mienten pero los ojos no; nunca falla.
Por otra parte, como xerecista de corazón, recomendaría a esos aficionados en horas alborotadas, a los de las pintadas, algaradas y amenazas, una cura de amnesia.
Joaquín Morales asumió un Xerez ruinoso, devastado por Oliveres y Silgados, ambos de mala mirada. Me permito recordar que estos dos presuntos golfos, casi no presuntos, llegaron aquí de la mano de algún político grandilocuente y con el único propósito de cambiar fútbol por favores y ganar publicidad gratis para enaltecer sus turbios negocios.
Cuando al señor Morales le iban sus negocios viento en popa, podía dedicar buena parte de su tiempo y recursos al Xerez, pero ahora, con el batacazo inmobiliario, es lógico y humano que quiera vender para ocuparse de su patrimonio. También porque todo cansa, más aún el desagradecimiento. Pero hay que comprender que no pueda vender al oportunista de turno, a cualquiera, ni de cualquier manera. Los candidatos que van desfilando quieren favores bajo cuerda, subvenciones municipales, trueques urbanísticos,… y no está el horno para bollos. Así que recogen velas y se marchan. Sin embargo, Morales sigue.
Yo pienso que no hay dirigente en el fútbol que no se mueva por algún recóndito interés personal pero, en el caso de Morales, de ser así, que no lo sé, ese momento pasó. Así que quiero pensar que lo único que le mueve ahora es su orgullo por sacar este club adelante, una llamada de amor propio. Y habría que agradecerle todo esto con un apoyo que nunca ha tenido. No olvidemos que otros, en esta misma tesitura, o viendo que no podrían llenar las sacas, desaparecieron y no han vuelto a dar señales de vida.
Y yo me pregunto ¿A qué vienen tantas voces pidiendo que venda? ¿Qué razones hay para el descontento, para las pintadas, para las amenazas,… con un equipo líder y al día? ¿Cuáles son los intereses políticos y periodísticos por quitar a Morales de la circulación?
¿Serán sus errores? No lo creo. Personalmente no me inspiran ninguna confianza los tipos perfectos, sencillamente porque no existen, sólo existen tipos imperfectos con dotes de mentiroso. Sólo pido, en fútbol y en política, gente de buena voluntad. O mejor, prefiero errores sinceros que golfadas disimuladas.
Quizás, a final de temporada, haya muchos gritones de ahora que se apunten a mi carro. Porque sospecho que el denostado Joaquín Morales, o alguien en su nombre, será el primer presidente que lleve a mi club y a mi ciudad a primera división. Entonces desaparecerán de repente los detractores y brotarán los amigos y los políticos advenedizos.
¡Ah! Y para los mal pensados. Ni siquiera conozco al señor Morales personalmente.

LA MONEDA DE SEIS CARAS

Leo en la prensa una noticia alarmante.
Dice que sólo seis nombres, seis personas, seis caras, manejan las mayores partidas presupuestarias para la provincia de Cádiz. Se trata de Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz; Pilar Sánchez, primera edil de Jerez; Francisco González Cabaña, presidente de la Diputación Provincial; Diego Sales, rector de la Universidad de Cádiz; José de Mier, delegado especial para la Zona Franca; y Rafael Barra, presidente de la Autoridad Portuaria de Cádiz.
Y me rasco la barbilla. Esto quiere decir que seis personas manejan la friolera de 1.109 millones de euros y que, de sus presuntos buenos criterios, depende una buena tajada de nuestra felicidad. Pero más me rasco la barbilla cuando reparo en que sólo dos de ellos han sido legitimados con votos; ya saben, como se estila en democracia. Y si esto es así… ¿qué decreto divino ampara a los otros para que manejen nuestros cuartos y tomen decisiones cruciales para nuestras vidas?
Como soy tozudo, como una mula de las más tercas, desando la secuencia electoral para averiguar la soberana legitimidad de esos personajes. Y hay algo común en ellos; todos, directa o indirectamente, con mayor o menor disimulo, han sido designados por los aparatos de los partidos, a los que deben sumisión y quién sabe qué más. Y entonces aparecen nuevos y terroríficos descubrimientos, de los de vello como escarpias. ¡Pero si el presidente de la Diputación, casualmente, es el jefe en Cádiz del partido vitalicio en Andalucía! ¡Pero si nadie ha votado realmente a Martínez o Sánchez sino a garbanzos o lentejas! Este descubrimiento me sobrecoge y casi tumba mis muy sinceros principios democráticos. Casi tanto como cuando descubrí que la descuidada democracia puede legitimar que nos gobiernen dictadores camuflados o idiotas sin camuflar.
Porque son, al fin y a la postre, los aparatos de los partidos, el clan político, socialistas de "luisvuiton" y conservadores de "o sea", los que verdaderamente nos gobiernan. La sibilina transición de la democracia hasta la partitocracia.
Un amigo mío suele decir que la democracia se va perdiendo por el camino. Verdad como templo.
Y sigo leyendo la información de marras, más que nada por no ahogarme en la cenagosa espiral de las reflexiones. Y dice, además, que los mil y pico millones que se manejan desde Cádiz son notablemente inferiores a los que repercuten en la provincia por parte del Gobierno central y de la Junta de Andalucía. Nueva rascada de barbilla, más aplicada. O sea que, con lo que nos cuesta la descentralización política, también llamada “agencia de colocación de los amigotes, compañeros y camaradas”, ahora resulta que seguimos dependiendo de Sevilla y Madrid, de Chaves y ZP, o mejor, de Chaves y de quien sea porque el andaluz no se despega del sillón. Y ya me duele la barbilla. Porque concluyo que, en esta bendita democracia, nuestros cuartos son manejados por quienes nosotros no hemos elegido o por quienes están absolutamente alejados de nuestra realidad y necesidades.