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23/11/09

MI AMIGO SOCIALISTA

Alguien dijo que un buen político debe responder siempre, pero nunca contestar. Hoy, esto es tan cierto como preocupante. Y es que responder sin contestar es tanto como decir que los problemas importan un bledo y lo único que interesa es salir bien en la foto. O también que lo vital es depositar sus reales en un sillón y no la gestión. Y más grave aún, es tanto como rebajar la democracia al juego de quién engaña mejor.
Mi amigo socialista es así. Ha sido entrenado para responder o escapar, pero nadie le ha enseñado a contestar. Tiene preparada una colección de soniquetes para eludir los apuros. Si habla de corrupción, menciona Gurtel pero nunca Santa Coloma. Si habla de manipulación, habla de las encuestas de los otros y no de las propias. Si habla de procesados, menciona a los doscientos populares pero ni pío de los casi trescientos socialistas. Si habla de sueldos excesivos, apunta a Gallardón y no menciona el de González Cabañas. Si habla de guerra civil, siempre se refiere a las víctimas republicanas y a los verdugos nacionales, santos y demonios. Probablemente, como la patética Almudena Grandes, piensa que las monjas estaban encantadas mientras eran violadas.
Eso sí, los que pensamos que los golfos no tienen siglas, que en política hay demasiada mentira, que la guerra fue una atrocidad entre hermanos, que los partidos tienen mucho de pesebre, que hay buenos y malos en un lado y otro, somos inmediatamente catalogados como mordisqueadores de ambos lados, como la gente de UPyD. La verdad es que, sin querer, me está halagando al ubicarme en las proximidades de la coherencia de Rosa Díez o Fernando Savater y no en la monovisión de la vida política. Y quizás su visión despreciativa de este partido se cimente en que la subida de esta formación y sus principios ponen en peligro su apetitosa teta.
Pero yo le tengo aprecio a mi amigo socialista. Quizás sea porque me recuerda en alguna medida a mi mujer. Cuando ella trabaja y yo cuido a las niñas, ella es la agotada. Y cuando yo trabajo y ella cuida a las niñas, también.

15/11/09

DISCRIMINACIÓN SEMÁNTICA

Puestos a prohibir, que está de moda la prohibición y todo lo regulan menos el tráfico de tontos, hay que prohibir también determinados manejos de la lengua castellana. La miembra del Gobierno doña Bibiana, seguramente, suscribirá esta vez mi aserto. O igual le doy una idea para que pueda amenizar el cotarro político en los dos próximos meses y amordazar el agudo malestar porque, según Europa, somos los más pobres, los más maleducados, los más parados, los más golfos, etcétera… de toda la pandilla.
Tome nota doña Bibiana de estas infamias lingüísticas contra lo femenino, de ese gusto del populacho por menoscabar al género débil -que me río yo de esto- y lustrar al género fuerte -que me sigo yo riendo-. Vea usted, por ejemplo, que “zorro” se interpreta como espadachín justiciero y “zorra” como puta, que el “perro” resulta ser el mejor amigo del hombre mientras que la “perra” es también una puta -a veces más amigas del hombre que el mismo perro-, que el “aventurero” es el hombre osado, valiente y temerario mientras que la “aventurera” es firme proyecto de puta, que “uno cualquiera” se entiende como persona indeterminada pero “una cualquiera” se refiere a una puta, que el “hombrezuelo” es un varón insignificante o de corta talla mientras la “mujerzuela” es considerada definitivamente una puta, que el “golfo” define un enclave marino mientras que la “golfa” es cercana a puta, o que el hombre que vende sus servicios es llamado “consultor” mientras la mujer que vende sus servicios es una puta.
Hay que acabar radicalmente, doña Bibiana, con esta disfunción semántica según el género, arrancando lenguas maliciosas o declarando ingrato a Cervantes, persiguiendo esas fórmulas siempre oprobiosas para las damas y halagadoras del macho, enaltecedoras del hombre y despreciativas de la hembra. Pero sobre todas las interpretaciones vejatorias, hay que exterminar urgentemente la que más atañe a su rango; mientras los Ministros son “hombres públicos”, las “mujeres públicas” son catalogadas, una vez más, como putas.

9/11/09

JEREZ BAJO CERO

Jerez atraviesa la crisis más profunda que he conocido. De la otrora ciudad de la opulencia apenas queda un descuidado amasijo de cenizas, mugre y parados.
-¿De qué sirve el carril bici si no puedo comprar una bicicleta?
La crisis actual ha dejado de ser “psicológica”, como decían frívolamente algunos, para invadir los estómagos de los jerezanos. Todo se vende y se alquila, todos los bancos -los de tomar asiento- están ocupados, hay demasiada gente infeliz y crispada. Hay demasiados que pasean mirando al suelo. Por menos de esto, con cualquier otro gobierno, habría barricadas por las calles. Pero no. Los sindicatos han evidenciado que sólo se activan para abatir gobiernos de derechas y que lo demás importa un carajo -muy jerezano esto-.
Entretanto, la respuesta gubernamental es reiterativa; torpezas, remiendos, mentiras y una hoja de ruta errática. Hasta una ex-ministro socialista comentaba pública y recientemente que sería mucho más eficaz que no hicieran nada. Duro pero cierto.
-Se han quitado el uniforme de gestor y se han vestido de Reyes Magos –me decía otro-.
La crisis llamada de los bancos y los ladrillos es la general, el gran aviso de un orden podrido. Pero en Jerez, además, sumamos los últimos coletazos de la decadencia vinatera y el desmantelamiento industrial de sus últimos capítulos supervivientes. Si no se vende vino, no hay vides, no hay etiquetas, no hay transportes, no hay toneleros, no hay tapones y no hay botellas. Es de cajón.
-Hay que reinventar el vino de Jerez –me comenta un jerezano creyente-.
Y lleva razón. Yo sigo creyendo en el vino de Jerez porque es un producto único, pero levantado a partir de una promoción explosiva y aupado en estructuras y caras nuevas, bien distintas a las que han protagonizado su debacle.
Pero, además, nos haría falta una segunda pata, para no caernos de nuevo. Hay que relanzar el turismo. Me pregunto cómo se puede ser tan torpe de no saber vender un producto tan apetitoso, variado y distinto como la provincia de Cádiz, de convertir nuestra tierra en un destino de referencia.
-Aquí siempre apostamos a lo Morales y nunca a lo Florentino –me dice un hincha-.
Y una tercera pata, para consolidarnos, que debe tomar como eje nuestro verdadero patrimonio inmaterial; la creatividad y las ideas. Las instituciones deben trasladar su veneración por los sillones a los emprendedores, a los empresarios en todas sus dimensiones, llevarlos en volandas y no sembrar de obstáculos sus caminos.
-Las instituciones están para hacernos la vida más llevadera y no para hacernos la puñeta –me dice mucha gente-.
Tenemos un futuro esperanzador pero pasa por medidas reales y no estéticas, de profundo calado, y que exigen unidad y buena fe. Si para colmo, además de lo dicho, hacemos una triple regeneración, política, económica y ética, de este país y de esta ciudad, mejor que mejor.

5/11/09

EL VUELO DE LOS MOSCARDONES

También en el mundo literario hay de todo, como en botica.
Primero, en el escalón inferior, casi en el fango, están los “juntaletras”. Esta raza seudoliteraria y que emputece la categoría escribe únicamente con un horizonte monetario o por revestir de cierta intelectualidad su muy bajo cartel. Obviamente, como escribir es un desempeño más exigente que enseñar el culo o presentar un programa de inmundicias, sólo consiguen vender a sus referentes naturales en el mundo corriente, aunque sean un ejército, pero jamás trascender. En estos casos, más que nunca, aunque reciban premios, escritor viene de escribir. A secas.
En segundo lugar, equiparable al anterior, están los “escritores de pasillo”. Estos, al menos, se lo curran. Pero no escribiendo cosas maravillosas de manera maravillosa sino a base de piernas. Vayas donde vayas siempre están allí, hasta debajo de las mesas. Saben exactamente donde se encuentran los resortes clave para encaminar sus publicaciones, abren a la primera las puertas oportunas e incordian lo suficiente para plasmar su mediocridad manifiesta en libros. Son publicadores por aburrimiento. Y es que, de no hacerlo así, serían inéditos meritorios y perpetuos.
El tercer grupo está formado por los “escritores de camarilla”. Son pandillas de amigotes y coincidentes que manejan el cotarro literario con una estrategia endogámica y vergonzante. Tal día son jueces y premian a fulano; al día siguiente, favor por favor, fulano les premia a ellos. Yo he presenciado varias de estas maniobras, en varios premios, ejecutadas sin rubor, delante de mis narices. Muchos de estos, casi todos, se encaraman a la cúspide literaria pero luego los leo y releo, procurando encontrar una pizca de magia, y no encuentro nada, ni una frase, que pueda salvarse del fuego purificador de la papelera.
El cuarto grupo, que no es estanco sino que suele encastrarse en el antedicho, es el de los “escritores de teta política”, es decir, quienes han utilizado y utilizan muy presuntas confluencias ideológicas para obtener honras literarias. Luego, muy habitualmente por no decir siempre, son burgueses ortodoxos disfrazados de progresía que, cuando no se les ve, cambian la pana por la seda. El sustento de esta facción es esa gran mentira por la cual la cultura es patrimonio de las izquierdas, sin que haya lugar para principios distintos o para quienes, como yo, piensan que las ideologías están cubiertas de malvas.
El quinto y último grupo son los ESCRITORES, con mayúsculas, esos que maravillan únicamente con lo que escriben, sin poses, ni disfraces, ni escándalos, ni carnés. La verdad, no hay demasiados, sólo un puñado. Ya queda uno menos con la desaparición de don Francisco Ayala -un respeto-. Yo no hablé con él infinidad de veces, como esos tantos y endémicos necrófagos que aparecen repentinamente para mostrar una equiparación imposible, sólo mantuve una conversación de mediana intensidad. Ocurrió en el fragor de la noche granadina, hace quince años, celebrando la onomástica de un escritor masacrado. Hablamos poco y bien, como estilaba Ayala, también del entramado literario descrito, y con su exquisitez habitual, con su socarrona corrección infinita, apostilló “debemos escribir al margen del vuelo de los moscardones”.