haciendo de la voz serena el más simulado alarido,
quien nunca yerra y se disculpa, no admira el canto ajeno
y no abraza al distinto que le añora.
Muere lentamente quien no miente a la mentira,
quien prefiere el seguro tedio a la osada filigrana
Muere lentamente quien no miente a la mentira,
quien prefiere el seguro tedio a la osada filigrana
y graba en su frente los minutos del futuro incierto,
quien se acrece en el trono y se apoca en la silla,
o toma la flor sin tallo del jardín devastado.
Muere lentamente quien desanda los pasos
y no salta al candente precipicio,
quien navega en mar serena
sin atrapar nunca el horizonte inquietante,
sin atrapar nunca el horizonte inquietante,
quien no sube sino trepa por los hombros
de quien le tiende la mano.
de quien le tiende la mano.
Muere lentamente quien mira hacia arriba y aplasta,
o no recuerda el llanto, o hace fortuna de la fiel calderilla ajena.
Muere lentamente el vecino de Dios
que olvida al hombre porque no sangran sus heridas.
Muere lentamente quien sólo con sed bebe,
con hambre se alimenta y con la desdicha llora.
Muere lentamente quien anida en la honda caverna del miedo,
sin la soflama de velar su fétida vanidad
sobre los tibios cadáveres de un tesoro sin alma
con apenas baratijas y cuentas.
Hagamos de la muerte un suave apagado
como de la vida el firme incendio de las emociones,
como de la vida el firme incendio de las emociones,
de caricias de agua y de amor sin tratados.
Sólo la brisa sin mapas, al pairo de invisibles instantes,
arranca la risa del verde gusano.
Carlos Jurado
Carlos Jurado
1 comentario:
Muy bueno... muy original y muy verdad...
Publicar un comentario