El de negro es la crisis; la de celeste el gobierno. |
La crisis que padecemos tiene culpables con rostros y apellidos y no son precisamente ustedes. Para entenderlo, imagínense un empresario, ávido del bingo, que se gasta más cuartos de los que puede y que luego recorta los sueldos de sus empleados para pagar sus deudas de juego.
Pues por ahí van los tiros. La crisis tiene varios y distintos responsables. Los primeros son los bancos, o mejor, esos señorones que los dirigen, que salen en la tele y se atreven a darnos consejos. Pues bien, su codicia sin límites les llevó al riesgo temerario de apostar por un ladrillo que daba dividendos fáciles y también en activos tóxicos, es decir, inversiones arriesgadas y dudosas pero muy rentables.
Pero llega el presidente del Banco Central Europeo y, para moderar unas décimas de inflación, sube hasta lo inaccesible sus tipos. Y el castillo se derrumba. Los bancos han perdido una pasta en el bingo.
E intervienen los Reyes Magos. Tapan los agujeros para no reventar el corazón del sistema pero no es suficiente, los bancos le sacan la sangre para tapar sus deudas y el automóvil se queda sin gasolina ante la mirada impávida de los impávidos.
Y más culpables. ¿De qué sirve mantener un costosísimo aparato, con organismos internacionales, temáticos, europeos, nacionales, regionales, provinciales y locales, todos ellos cargados de expertos y asesores de “o” con canuto, si no son capaces de prever esto?
Para soluciones, véase la foto.
Esto mismo lo hago yo, o usted, y nos pasamos la vida en chirona.
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