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29/12/09

ENSEÑAR A ESTUDIAR

Tras denodados esfuerzos por mostrar a los políticos el camino verdadero, que no es el del bolsillo, de mostrar a la sociedad la apremiante necesidad de renovación, y no hablo del automóvil, de insinuar a los escritores que la calidad literaria es inversamente proporcional a las ventas, y al carné y la memoria histórica, de señalar a los bancos porque han perdido dos créditos, el bancario y el general, de advertir que la filosofía de un Ministerio de Igualdad no deber ser la amputación penal, la del pene me refiero, de repetir que España, o lo que queda, es trasero de Europa, Andalucía pompi de España y la provincia de Cádiz puras lombrices, de insistir en que Lorca no estaba enterrado en Alfacar, salvo que el inglés riegue de billetes a más testigos para hacer caja, de proclamar que ZP, manque pese, es el mandatario más torpe de los últimos 70 años, en lo que parece vamos coincidiendo una mayoría de todo color, he decidido reconducir mis esfuerzos a otros derroteros más sencilllos:
¡ENSEÑAR A ESTUDIAR!

14/12/09

ZAMBOMBAS Y SACAPERRAS

En la grata compañía de amigos venidos de fuera bajo la advocación de las zambombas jerezanas, del encanto de su unicidad, hemos recorrido Jerez de punta a rabo. Buscábamos “sabor”, sólo un poco de sabor, el embaucador misticismo de esas celebraciones, el aroma flamenco envuelto en la magia del fuego, el anís y el pestiño para enjugar el frío, el sonido turbio de la zambomba acompañando a un villancico procaz, sentir la piel de gallina. Tras muchas horas de callejeo no hemos encontrado demasiado, o nada si lo medimos desde la ortodoxia.
Nuestras zambombas, candidatas a ser declaradas “Bien Inmaterial de Interés Cultural”, en su mayoría, están desangrándose por las heridas blandidas por el euro. Cualquier engendro es una zambomba. Cualquier tugurio posmodernista, con bebida a mansalva y rumbita de cuarta, es ya una zambomba. Todo sevillaneo rociero sofrito al whisky, con un fuego arrinconado y una zambomba de plástico, es una “zambomba”.
Y claro, el que viene seducido por la diferencia se siente timado, defraudado, y no vuelve. Porque al fin y al cabo encuentra lo mismo que protagoniza cualquier fin de semana, o en feria, o en el Rocío, o en las Hermandades, cambiando de sitio. Beber, bailar, pecar si te dejan y dormir la mona.
Incluso las zambombas verdaderas, las que guardaban la virginidad como un pañuelo sin flores, las que se resisten a hacer alguna cosa que traicione sus adentros, lo mamado, empiezan a mirar al vecino por la ventana para ver como vuelan euros en forma de paloma.
Cuando el verdadero valor de las cosas reside en ciertas connotaciones germinales, en sus más ancestrales orígenes, en los ritos rancios que sedimentan en cultura, en esas diferencias sutiles e irrepetibles que cimentan un fenómeno único, hay que arbitrar todo tipo de medidas para que el dinero, la recaudación, no lo prostituya. En ese momento hay que plantarse y mantener la vista en la dirección correcta: mimar un fenómeno cultural que, por añadidura, proporciona beneficios colectivos, pero jamás utilizarlo de pretexto, de anzuelo, para sacar perras a diestro y siniestro.
No estaría de más que alguien, en Jerez, sacara la cara por ellas y estableciera unos mínimos para, según éstos, hacer un catálogo oficial de las que merecen tal consideración, de las que preservan la magia y la distancia con el litroneo. Existirán otras, sin duda, pero los que vienen de fuera buscando autenticidad, al menos, sabrán donde encontrarlas.

9/12/09

ZAMBOMBAS

Doña Rosa Torres, Consejera de Cultura andaluza, ha anunciado la iniciativa de la Junta para que las zambombas jerezanas sean declaradas Bien Inmaterial de Interés Cultural. Y es de alabar que la Junta anuncie ese propósito y la consiguiente tramitación, pero no es ni justo ni de recibo que se arrogue la autoría, que solicite indebidamente los aplausos -o los votos-. Ese espaldarazo necesario a las “zambombas” ni viene de Sevilla ni es producto de la clarividencia socialista -que Dios nos coja confesados-.
Hace casi tres años, entre el fragor mágico y los efluvios de una “zambomba”, nuestra delegada Loli Barroso y el que suscribe intercambiamos esa idea, incluso lo calificamos de filón por explotar, y me consta que ella ha seguido teniendo muy presente ese asunto. Pero más aún, también por aquellos días lejanos, los contertulios del “Rincón malillo” de la cadena SER, de misceláneo pelaje, coincidimos en el necesario fomento de las “zambombas” aunque sin convertirlas en un producto de mercadeo, respetando su origen porque ahí reside su verdadera magia. Además recuerdo que, desde aquellos micrófonos, lanzamos el guante al Ayuntamiento jerezano. Pero más importante que todo eso, todos los aludidos no hacíamos otras cosa que elevar a público lo que se comentaba por todos los rincones jerezanos, en la calle, en los bares, en la peluquería, en los puestos de la plaza o en las tertulias de soportales. Sin distinción de raza, sexo o condición, todos cuchicheábamos la conveniencia de mimar y aprovechar las “zambombas jerezanas” como algo genuino y único, como bien cultural y como “bien-venido”, que falta nos hace.
Pues no. Si repasamos la noticia y el anuncio de la Consejera, sin estos antecedentes, colegimos que Rosa Torres, desde su despacho sevillano y por ciencia infusa, ha olisqueado el pestiño y el anís, se le ha encendido la luz y nos ha regalado graciosamente el invento de la promoción de las “zambombas jerezanas”.
Pues bien, eternamente agradecidos.