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26/6/11

DIPUTACIONES Y OTROS ASILOS


Cuando allá por el año 2006, en radio, televisión y prensa, abogué por la supresión de las Diputaciones Provinciales, del desinflado Senado, de la duplicidad de Delegaciones del Gobierno Central y de la Junta de Andalucía, por la devolución de competencias autonómicas absurdamente transferidas, junto a otros asuntos que hacen del Estado un obeso perezoso, caro e inmóvil, fui tachado casi de antidemócrata por muchos. Porque claro, proclamar que la democracia no es un logro sino algo que debe estar siempre a medio construir o solicitar una poda de los burdeles que los partidos han construido en torno a ella, es atentar contra la gran farsa que los listos han urdido en torno a los tontos.
La gran verdad, entonces y ahora, es que las instancias referidas son tan costosas como inútiles. Lo eran antes, cuando estábamos obnubilados por ser el “milagro económico europeo” y lo son también ahora, cuando apenas somos un globo desinflado y ya todos nos miran por debajo de las enaguas.
Es en este momento, en el 2011, seis años más tarde de casi ser decapitado por ejercer mi democrático y fundado derecho a la opinión y justo en el instante en que los socialistas comienzan a perder su hegemonía en las instituciones, cuando mi modesta sugerencia ya ha dejado de ser disparatada y atentatoria contra la sacrosanta y desvirgada democracia. Ahora, personalidades como Felipe González, o Manuel Chaves, o incluso quienes directamente me señalaron, u otros muchos, suscriben mis tesis de entonces.
¿Y qué ha cambiado? ¿Qué elementos nuevos aparecen en el panorama político para este súbito cambio de opinión? ¿Una regeneración reflexiva?
Lo cierto es que antes no convenía y ahora sí.
Las Diputaciones eran y son cementerios de políticos quemados, mesas vacías para amigotes y mordazas de quienes mucho saben. Yo siempre tomo como ejemplo, aunque conozca las entrañas de otras muchas, la de Cádiz. Y casualmente en ella, los útiles, los que sacan las castañas del fuego, son los que nada tienen que ver con la política. Los demás, son adscritos a la taberna del señor Cabañas.
El Senado era y es el asilo de los políticos de la segunda fila, de los que no han tenido redaños para ganarse el puesto, cara a cara, con el electorado. Por lo demás, el bicameralismo fue inventado para otros tiempos y otras necesidades que difieren mucho de las actuales.
Las Delegaciones de Gobierno, del central y autonómico, a efectos prácticos, además de estamentos duplicados, son premios de una muy dudosa legitimidad que general y casualmente recaen en el que más tiene que callar y su única utilidad se remite al funcionamiento interno de los partidos. Vienen a ser como los sombreros para el sol y el sol para los sombreros. Pero, para el buen gobierno del ciudadano, cero.
La duplicación de competencias rayan en la desvergüenza. Se han pasado treinta años descentralizando, diciendo que nos gobierna Europa, el Gobierno español, el Gobierno andaluz, las Diputaciones Provinciales, las Mancomunidades, los Alcaldes y ahora resulta que los únicos que mandan son los mercados y los intereses de in ciento de multimillonarios supranacionales y deshonestos. Pero claro, mientras tanto, se llenan edificios de adeptos más o menos útiles que viven, cobran y votan al gusto del interesado.
¿Pero porqué sucede así? ¿Porqué no hay nadie que se atreva a desmontar este tinglado vergonzante y muy democrático de izquierdistas muy de derechas?
Esto sucede así, sencillamente, para que ustedes puedan cuadrar el círculo, porque todos los miles de beneficiados a los que me vengo refiriendo ceden parte de sus ganancias a los partidos. Ese es el trato.
¿Comprenden ahora?
Pero claro, antes no convenía. Sin embargo ahora, que el señor González, Chaves y otros muchos, descubren que han perdido buena parte de la tarta y que perderán próximamente las migajas, la cosa cambia. Ahora sí proclaman públicamente que hay que adelgazar el Estado de sus elementos inútiles y, de paso, un servidor ya no es tan antidemócrata como antes.

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