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22/1/08

NACIONALISMO VASCO

Llevo algún tiempo arrastrando las ganas de escribir alguna línea sobre el nacionalismo vasco. Hoy, por fin, me he decidido. Y sentía esa picazón porque la imagen política que nos muestran no es más que la fachada de una muy elaborada operación estética de marketing.
Así pues, diré lo que sé al respecto, que les aseguro que no es poco, y de muy buena tinta. Aún no me explico por qué motivos se silencian o son minuciosamente tergiversadas las auténticas realidades vascas.
La aspiración nacionalista vasca es bien reciente, de finales del XIX. Fue formulada sin ninguna convicción por un tal Sabino Arana, un Carlista revenido, que, entre otros inventos de menor calado, ideó la ikurriña, prefabricó una ortografía del euskera y contagió a unos pocos de su acentuado racismo. Así de reciente es esa tradición nacionalista que pretenden vendernos como una realidad casi prehistórica.
El difuso ideario de este personaje ambiguo y controvertido fue captado por unos pocos poderosos para fundar el PNV. La razón última de este partido, fuera de maquillajes, es muy simple. ¿Por qué repartir la tarta vasca con el resto más desfavorecido de España? El modus operandi es igual de obvio, presionar al gobierno central con la amenaza independentista para arañar beneficios. O sea, resulta que la doctrina vasca, como casi siempre, se agota en “la pela”. Lo demás, créanme, es torcida propaganda.
La independencia vasca es cuestión de tiempo. El plan elucubrado es tan paciente como eficaz y se van cumpliendo escrupulosamente los hitos establecidos al término del franquismo. La estrategia era bien simple. Un brazo político, el PNV, y los estragos de ETA. Los segundos matan, extorsionan, amenazan, y los peneuvistas ponen la mano.
Mientras tanto, mediante las ikastolas –escuelas fundamentalistas vascas, para entendernos-, han ido envenenando a los niños en el odio a España y en el amor a su invención reciente. Esto ocurre desde hace treinta años. Y los bebés de entonces ya votan.
Por otra parte, han procurado de todos los modos la expulsión de los que no piensan de igual manera, con amenazas, cartas, pintadas, agresiones, muertes,… Poco a poco, aburridos y aterrados, ha ido desertando buena parte de los discrepantes del nacionalismo.
Con lo uno y lo otro, ahora, calculadora en mano, ya empiezan a salir los cálculos para proponer, o forzar, un referéndum.
Ese, y no otro, les aseguro que es el panorama real en el País Vasco.
Cuando esa unidad de propósitos entre PNV y ETA comenzaba a resquebrajarse, llegó ZP que, con el talante en la mano, se dejó engañar con diálogos imposibles. Él mismo ha reconocido su error, pero era evidente.
No se puede negociar con alguien que te apunta con una pistola por debajo de la mesa. Además, ETA no se acabará con razones porque no es posible razonar con fanáticos o con seres descerebrados e innecesarios. Y los Kale Borroka, esos agitadores callejeros, no son otra cosa que unos “macarrillas” de tres al cuarto que conforman la cantera etarra. Reciben en el móvil una consigna y queman lo encomendado. Al día siguiente, recogen un sobre con una gratificación para gastarse en litronas, piercings y porros. Yo he visto una tarifa de los “kale borroka”, sellada por ETA; diez mil por quemar un cajero, cien mil un banco, etcétera. Supongo que habrá otra similar por asesinar diputados o guardias civiles.

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