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17/4/09

DON HIPÓLITO Y EL APARCAMIENTO

Al Delegado Provincial de Salud, Hipólito García, le acaban de otorgar el simbólico galardón de “la ocurrencia del mes”, eso sí, en una dura pugna con otros muchos y meritorios candidatos del clan político.
Ante la escasez de plazas de aparcamiento en nuestro descabellado Hospital, obra sobre obra para empeorar, el susodicho responde que se buscan terrenos complementarios para aumentar el aforo y así responder a las necesidades de la ciudadanía. Los políticos tienen esa notoria habilidad para revestir de sensibilidad las oportunidades de negocio y un parking lleno, durante casi todo el día, a precios de atraco, enciende siempre ese falsario altruismo de color metalizado.
Luego, el galardonado, que seguramente había amanecido sembrado, añade que la mayoría de las habitaciones tienen dos camas dejando en paños menores a sus jefes que, desde hace tres legislaturas, andan prometiendo habitaciones individuales. Como el pleno empleo. Seguramente, no han enseñado al Delegado las camillas por los pasillos en horas punta, casi como si se tratara de un Hospital de campaña tras un ataque enemigo.
La ocurrencia merecedora de la distinción vino luego cuando el mandamás sanitario afirmó sin ningún rubor que “hay 500 plazas de aparcamiento, una por cama, más que en un hotel”. Seguramente el “ocurrente del mes” ignora que los enfermos no suelen dejar el automóvil estacionado antes de pasar por el quirófano, por ejemplo. Pero aunque fuera así, muy graves o sobrados tendrían que estar para someterse a ese atraco consentido. Y es que los que mucho hablan, por simple proporcionalidad, tienden a colar la pata y los políticos, de todas las alturas, superan con creces la media nacional.
En realidad, don Hipólito, es bueno saber que las plazas de aparcamiento de nuestro inane Hospital son ocupadas por quienes trabajan allí, o por quienes van a someterse a alguna prueba puntual, o por aquéllos que acuden a interesarse por los enfermos. Y ninguno de éstos, al menos que se sepa, ocupan cama.
Respecto a los hoteles, última parte de esa gloriosa ejemplificación propia de Maleni, he de decir que, cuando los novios se alojan en su luna de miel, o aparece una familia, o acude un grupo de amigos, no es costumbre que lo haga cada uno en un coche sino, más bien, apilados en los indispensables. Así que, para enterarnos, lo de las churras y las merinas.
Para acabar, señor Delegado, por si me lee, que es bueno leer de vez en cuando, también escuchar hacia abajo, reitero que la solución de los mil y un problemas del Hospital de Jerez, además de la más barata, no pasa por remendar los remiendos sino por la demolición. Pero claro, usted me contestará algo así como que no se puede echar abajo el Hospital y restaurar la Iglesia de Santiago.

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