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9/11/09

JEREZ BAJO CERO

Jerez atraviesa la crisis más profunda que he conocido. De la otrora ciudad de la opulencia apenas queda un descuidado amasijo de cenizas, mugre y parados.
-¿De qué sirve el carril bici si no puedo comprar una bicicleta?
La crisis actual ha dejado de ser “psicológica”, como decían frívolamente algunos, para invadir los estómagos de los jerezanos. Todo se vende y se alquila, todos los bancos -los de tomar asiento- están ocupados, hay demasiada gente infeliz y crispada. Hay demasiados que pasean mirando al suelo. Por menos de esto, con cualquier otro gobierno, habría barricadas por las calles. Pero no. Los sindicatos han evidenciado que sólo se activan para abatir gobiernos de derechas y que lo demás importa un carajo -muy jerezano esto-.
Entretanto, la respuesta gubernamental es reiterativa; torpezas, remiendos, mentiras y una hoja de ruta errática. Hasta una ex-ministro socialista comentaba pública y recientemente que sería mucho más eficaz que no hicieran nada. Duro pero cierto.
-Se han quitado el uniforme de gestor y se han vestido de Reyes Magos –me decía otro-.
La crisis llamada de los bancos y los ladrillos es la general, el gran aviso de un orden podrido. Pero en Jerez, además, sumamos los últimos coletazos de la decadencia vinatera y el desmantelamiento industrial de sus últimos capítulos supervivientes. Si no se vende vino, no hay vides, no hay etiquetas, no hay transportes, no hay toneleros, no hay tapones y no hay botellas. Es de cajón.
-Hay que reinventar el vino de Jerez –me comenta un jerezano creyente-.
Y lleva razón. Yo sigo creyendo en el vino de Jerez porque es un producto único, pero levantado a partir de una promoción explosiva y aupado en estructuras y caras nuevas, bien distintas a las que han protagonizado su debacle.
Pero, además, nos haría falta una segunda pata, para no caernos de nuevo. Hay que relanzar el turismo. Me pregunto cómo se puede ser tan torpe de no saber vender un producto tan apetitoso, variado y distinto como la provincia de Cádiz, de convertir nuestra tierra en un destino de referencia.
-Aquí siempre apostamos a lo Morales y nunca a lo Florentino –me dice un hincha-.
Y una tercera pata, para consolidarnos, que debe tomar como eje nuestro verdadero patrimonio inmaterial; la creatividad y las ideas. Las instituciones deben trasladar su veneración por los sillones a los emprendedores, a los empresarios en todas sus dimensiones, llevarlos en volandas y no sembrar de obstáculos sus caminos.
-Las instituciones están para hacernos la vida más llevadera y no para hacernos la puñeta –me dice mucha gente-.
Tenemos un futuro esperanzador pero pasa por medidas reales y no estéticas, de profundo calado, y que exigen unidad y buena fe. Si para colmo, además de lo dicho, hacemos una triple regeneración, política, económica y ética, de este país y de esta ciudad, mejor que mejor.

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