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26/4/09

EL DESGOBIERNO Y LA CEGUERA (I)

Es difícil no hablar del paro. Muy difícil. Quizás porque es el tema que muchos, no todos, tenemos atascado en la garganta y necesitamos escupirlo.
Esta mañana, en los bares jerezanos, no se hablaba de otra cosa. Y, curiosamente, las voces profundas de este país, el ejército de los llanos, por primera vez, se han desprendido de corsés ideológicos para coincidir en la aplicada torpeza de quienes nos desgobiernan. Ya no es cuestión de izquierdas ni derechas sino de gestión e imaginación. No saben lo uno y carecen de lo otro.
Además, otro descubrimiento. Esa misma gente de abajo, los presuntos protagonistas de la soberanía popular, empieza a ver más allá de las proclamas falsas de nuestros desgobernantes, de esos que esperan sentados a que amaine y decirnos entonces que, por fin, han tenido éxito sus costosas baterías de estériles soluciones, o de esos que cambian torpes por inútiles para, al menos, enredar y dar tiempo a que se aleje, por sí sola, la tormenta. No pasan de ahí. Y la tormenta no se mueve.
Pero el tiempo se acaba, pronto no se admitirán más dilaciones. Porque se puede camelar a quien lleva la tripa llena pero el hambre hace al ser humano más reflexivo, desconfiado y agresivo. Y ahora, señores del desgobierno, hay más de un millón de familias hundidas en la puerca miseria y pronto decidirán que sus hijos seguirán comiendo a diario, por las buenas o por las malas. Y hay también otros muchos, los cuatro millones de parados, que muy pronto dejaran el sillón para salir a la calle. Ahora se ve venir.
Temo estas turbulencias ambientales. Me dan miedo. Quizás, porque ha sido extremadamente difícil y laborioso llegar hasta aquí, instalar un sistema de libertades democráticas, para que ahora unos patanes se carguen el invento de un plumazo. O porque ese soñado gobierno según los intereses del pueblo se ha ido transformando en esclavo de los intereses de los partidos y de quienes los forman. Y eso es poco menos que una dictadura.
Pudiera y debiera pasar en este país lo del “Ensayo sobre la ceguera” de Saramago; una nación entera que, hastiada de torpes y golfos, no acude a las urnas para deslegitimar a quienes les desgobiernan a sus espaldas y para el beneficio propio. Un país entero que despierta de la ceguera. Y, haciendo de Nostradamus, no lo veo tan lejos. No suelo fallar. ¿O qué creen ustedes que estarán pensando en San Fernando, Alcaucín, Valencia, Sanlúcar y un inacabable etcétera de “democráticas” poblaciones españolas? ¿Saben ustedes ya que muchos españoles resignados piensan que votar es tanto como autorizar las fechorías del “demócrata” de turno, ya sea azul fucsia o rojo amoratado? Yo siempre he preferido esos cacos esquineros a los ladrones encubiertos. Por los menos los veo venir.
Pero hay otra señal peligrosa; la resignación. Gente acostumbrada a votar al menos malo, o al menos golfo, o a éste para quitar a este otro. Esta perversión del alto cometido del voto, esa resignación, es un síntoma evidente de que estamos enterrando este bendito invento.
Yo ustedes también estaría acongojado. Históricamente, los cambios políticos drásticos no se han producido por los méritos y bondades de lo venidero sino por los deméritos y desmanes de lo vigente: y por eso secundo a la Lola de España cuando dijo, “si nos queréis, iros”. Pero todos, sin excepción, para que así surjan nuevos rostros no prostituidos que lleven a cabo una regeneración intensa de este sistema para evitar en lo sucesivo gobiernos de torpes, golfos y oportunistas.

22/4/09

ESTE PAÍS DE MIERDA

A pesar de haber dejado pasar muchos minutos para reponerme de la ira inicial, sigo pensando que este país es una mierda. Así de claro y de rotundo. Mi patriotismo, el que me mamé y consolidé luego, ha caído fulminado bajo el devastador paso del enorme nido de tontos, golfos y oportunistas que ocupan nuestro suelo. No exagero nada. Casi me estoy pensando si pedir asilo político en otro país más desarrollado y honesto, caso de Burundi o Burkina Faso.
Mi irritación es de corte personal pero muy expresivo del panorama desolador, patético, vergonzante, que nos rodea.
Y contaré lo mío, sin rubor, para que puedan aplicarlo al paisaje. La empresa que alimentaba a mi familia decidió darnos patadas en el culo a 50 trabajadores, justo en el mismo día en que doce directivos se embolsaban 50 millones por barba en concepto de incentivos. Para colmo, este sistema necio me reclama una deuda de esa misma empresa con la Seguridad Social y, antes de preguntar, embarga mis cuentas e incluso lo intenta con mi casa. Para que se vea y se note ese socialismo justiciero con el que yo soñaba y reconvertido ahora en un clan de políticos burgueses, sectarios y estéticos.
Me viene a la memoria que, hace algún tiempo, Caballero Bonald manifestó su interés porque yo trabajara en su Fundación, un deseo que se amparaba en cuatro razones fundamentales: ser escritor, ser el único pariente sanguíneo que vive en Jerez, mi conocimiento profundo de su obra y también de su contexto vital y ser medianamente útil. La respuesta oficial fue rotunda; eso es nepotismo, para entendernos, enchufe. Y mientras, iban contratando un ejército de amigos inútiles, de parientes imposibles, de políticos amordazados, para ser ubicados frente a mesas vacías y con la única responsabilidad de vaciar cafés en el bar de la esquina. Pero es que yo no tengo carné.
Pero hay más datos. La bendita Caja de Ahorros donde tengo la hipoteca, una de esas que fueran bautizadas como Monte de Piedad para camuflar lo que eran y son, usureros y golfos dulcificados porque financian a políticos y partidos, habiendo bajado el precio del dinero y el puto Euribor, me ha subido el interés dos puntos. Y no hay nadie, absolutamente nadie en este país, que tome a las Cajas y Bancos de las bajuras, o de los huevos, y les hable de ética elemental. No, se les da dinero para que tapen sus agujeros disimuladamente y no trascienda que han fracasado los presuntos mecanismos de presunto control presuntamente estatal. Seguimos siendo la versión próspera y embustera del tercer mundo.
Pero hay más puñetas, diarias y domésticas. Mis hijas estudian en dos colegios distintos sin que ninguno de ellos se corresponda con el que nosotros deseamos y deparando un trastorno inaceptable a la hora de llevarlas y recogerlas. Han creado, pues, un sistema para que los falsificadores, los tramposos con medios, los mentirosos, tengan a sus hijos en el colegio deseado mientras los honrados son arrinconados en los arrabales escolares. Y todo por el capricho educativo de algún tonto de baba que, muy socialista él, defiende la enseñanza pública mientras tienes a sus hijos en colegios privados, preferentemente en el extranjero. Más le valdría a dicho memo y memos adláteres que se dejaran de Educación para la Ciudadanía y volcaran sus esfuerzos, si hay alguno, en simplemente educar; que se preocuparan de las alarmantes cifras de fracaso escolar, de la mala educación del alumnado, de la violencia en las escuelas, de reponer la autoridad en el profesor y de subvencionar bozales para muchos padres. Pero no. Como dijo alguien, “si les enseñas a mirar, verán lo que no deben”.
Entretanto, la respuesta nacional sonroja. Cada cual barre descaradamente para casa y degenera esta democracia de pacotilla en una partitocracia fundamentada en la devolución de favores. ZP, por ejemplo, agradece los servicios prestados a González Sinde en la farsa de la “ceja” con un ministerio y ésta traslada ese reconocimiento al cine de Almodóvar y demás amigotes. Vomitivo.
Y el corto de ZP sigue sin poner remedio a la crisis, sencillamente porque no sabe e insiste en rodearse de torpes muy afines. Mientras tanto, el extinto Aznar, que fuera un buen presidente del Gobierno hasta que alcanzó naturaleza celestial y empezó a diñarla, que mejor estaría callado por el bien de su partido y que es culpable consorte de la debacle inmobiliaria, insiste en que paguen los más débiles una crisis provocada y agravada por los poderosos. Menos cobertura social para el pobre limpio y más ayudas para el poderoso sucio.
Pero es que no se salva nadie. ¿Dónde está la voz del pueblo? ¿Dónde las quejas de los cuatro millones de parados? ¿Y las del millón y pico que ya no cobran una peseta? ¿Y los sindicatos? ¿No será que les importa un bledo la gente, sino conservar sus barrigas? Si estuviera el PP gobernando habría barricadas por las calles. Seguro.
¿Y vale la pena este pueblo conformista? Sólo los borregos o los masoquistas o los ignorantes pueden respaldar a políticos que, tras muchos años de confianza, a pesar de los millonarios fondos solidarios, sólo han logrado que España siga siendo el más lamentable rincón de Europa, que Andalucía sea el circo de España, y que Cádiz sea la más mísera versión de Andalucía.
¿Qué soy muy duro? Depende de para quien. Estoy seguro de que un parado, sin ingresos y con el suficiente criterio para adivinar que están insultando nuestra inteligencia, suscribirá todo lo que digo. Como también estoy seguro de que los colmados, los políticos que saben de la crisis por la prensa y demás seres “solidarios”, se sentirán ofendidos. Pues me alegro.

17/4/09

DON HIPÓLITO Y EL APARCAMIENTO

Al Delegado Provincial de Salud, Hipólito García, le acaban de otorgar el simbólico galardón de “la ocurrencia del mes”, eso sí, en una dura pugna con otros muchos y meritorios candidatos del clan político.
Ante la escasez de plazas de aparcamiento en nuestro descabellado Hospital, obra sobre obra para empeorar, el susodicho responde que se buscan terrenos complementarios para aumentar el aforo y así responder a las necesidades de la ciudadanía. Los políticos tienen esa notoria habilidad para revestir de sensibilidad las oportunidades de negocio y un parking lleno, durante casi todo el día, a precios de atraco, enciende siempre ese falsario altruismo de color metalizado.
Luego, el galardonado, que seguramente había amanecido sembrado, añade que la mayoría de las habitaciones tienen dos camas dejando en paños menores a sus jefes que, desde hace tres legislaturas, andan prometiendo habitaciones individuales. Como el pleno empleo. Seguramente, no han enseñado al Delegado las camillas por los pasillos en horas punta, casi como si se tratara de un Hospital de campaña tras un ataque enemigo.
La ocurrencia merecedora de la distinción vino luego cuando el mandamás sanitario afirmó sin ningún rubor que “hay 500 plazas de aparcamiento, una por cama, más que en un hotel”. Seguramente el “ocurrente del mes” ignora que los enfermos no suelen dejar el automóvil estacionado antes de pasar por el quirófano, por ejemplo. Pero aunque fuera así, muy graves o sobrados tendrían que estar para someterse a ese atraco consentido. Y es que los que mucho hablan, por simple proporcionalidad, tienden a colar la pata y los políticos, de todas las alturas, superan con creces la media nacional.
En realidad, don Hipólito, es bueno saber que las plazas de aparcamiento de nuestro inane Hospital son ocupadas por quienes trabajan allí, o por quienes van a someterse a alguna prueba puntual, o por aquéllos que acuden a interesarse por los enfermos. Y ninguno de éstos, al menos que se sepa, ocupan cama.
Respecto a los hoteles, última parte de esa gloriosa ejemplificación propia de Maleni, he de decir que, cuando los novios se alojan en su luna de miel, o aparece una familia, o acude un grupo de amigos, no es costumbre que lo haga cada uno en un coche sino, más bien, apilados en los indispensables. Así que, para enterarnos, lo de las churras y las merinas.
Para acabar, señor Delegado, por si me lee, que es bueno leer de vez en cuando, también escuchar hacia abajo, reitero que la solución de los mil y un problemas del Hospital de Jerez, además de la más barata, no pasa por remendar los remiendos sino por la demolición. Pero claro, usted me contestará algo así como que no se puede echar abajo el Hospital y restaurar la Iglesia de Santiago.

9/4/09

CASUALES REMODELACIONES

ZP ha remodelado, del verbo remodelar. Sus manos de avezado alfarero han cambiado la apariencia de su gobierno, eso sí, con ese pulso habitualmente tembloroso. El resultado es un muñecote deforme, de grandes manos y pequeñas cabezas, que no obstante contenta al partido, asunto que parece ser lo realmente importante.
ZP ha proclamado que esos retoques se justifican en la necesidad de impulsar las medidas que nos van a trasladar a un marco de recuperación económica, en la preparación del nuevo escenario que sobrevendrá tras este ciclo “desacelerado” y en provocar un cambio de ritmo, como si la crisis fuera una guitarra. Miedo me da.
Y me da miedo y desconfianza porque su “ojo clínico” está, como poco, próximo al estrabismo. Espero fervientemente que no repita el tino o la falacia oportunista que le condujeron a pronosticar el pleno empleo, o a desmentir la crisis, o a precisar las fechas de la recuperación, o a instaurar el control parlamentario de los movimientos de las tropas españolas, o a regalar cuatrocientos euros a los más pudientes, o a prometer la prórroga de las prestaciones de los desempleados, o a proteger a los más débiles respecto a la fullera banca, o a crear un Ministerio del Deporte, o a asegurar que vencería a ETA con diálogo, o a desairar la América de Bush para luego lamer la mano de Obama, entre otros muchos dislates o promesas al viento. No crean, ése era poco más o menos el programa electoral con el que se ganó la confianza de los españoles.
La verdad de la remodelación es otra bien distinta y, sin duda, más contundente que sus difusas justificaciones de pacotilla. Es la consecuencia de sentir por primera vez el fuego en el trasero. Primero, ha escocido la rotunda patada trasera de Galicia. Segundo, hay razones y datos fiables que auguran un batacazo en las próximas elecciones europeas. Tercero, dentro del mismo partido, empiezan a brotar ronroneos sobre la destreza política del susodicho y sus cercanos. Cuarto, hay que trasladar a la ciudadanía que esas cuatro pinceladas cosméticas son una señal vital de su inerte preocupación por el caos vigente.
La verdad es que no sé si me preocupa más la remodelación en sí o las caras que entran y salen. Y es que yo, por mucho que insistan, no creo en las casualidades reiteradas.
Como comprenderán no hay impulso alguno en que Maleni “la nítida”, tras una inacabable relación de torpezas, traslade sus tortuosas explicaciones a otro ámbito menos dañino. Como tampoco hay dinamización en que el profesor Solbes “portero del limbo”, tras su desidioso y obligado combate con la crisis, vaya a gastar sus habilidades económicas en inofensivas salas de conferencias. Y no hay ritmo posible con que el señor Chaves “el taifa”, por fin, logre despegarse del sillón justo en el momento más mísero y delicado de la historia andaluza y, casualmente, en el instante en que se han acabado los fondos comunitarios que le mantenían vivo. ¿O tiene alguna relación con la negociación de la “limosna histórica”?
Para mayor escarnio, han rodado las cabezas de los ministros de gestión más consensuada y, casualmente, más ajenos al aparato del partido. Al contrario, como confirmación de la conversión de democracia en “partitocracia”, los peces gordos del partido han pasado a los ministerios. El “omnipresidente” Chaves ocupará plaza en el cementerio de elefantes, a la vera de su casualmente ahijada Bibiana. Por su parte, Pepiño “negro” recibirá la justa compensación al rol político de “víbora”, cargo no oficial pero cierto que en su momento ocuparon Álvarez Cascos o Alfonso Guerra. A partir de ahora, se llamará don Pepe y nos gratificará con las monsergas de su coherencia, como cuando defendió las excelencias de la educación pública para luego decir que sus hijos estudiaban en un colegio privado y bilingüe.
También es casual, no piensen mal, que Ángeles González Sinde sea recompensada tras promover la injerencia del sindicato de actores en la campaña electoral con aquella farsa interesada de la ceja, insultando además, a casi la mitad de los españoles. También casualmente, meses después, los cejudos fueron premiados con una suculenta tajada del melón de los derechos de autor. Otra casualidad.
Pues bien, no se fíen de nada de esto, porque para ZP “el difuso” la remodelación persigue el impulso de las medidas que nos van a trasladar a la recuperación económica, la preparación del escenario posterior a la crisis y acelerar el ritmo de nuestro despertar. Lo demás son puras casualidades.