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15/3/10

UN PAJARITO VOLANDO

Les voy a enseñar un truco político muy utilizado y que, no por ser moneda de uso corriente, deja de ser reprochable. Es interesante para que vean los entresijos manipuladores de este invento llamado democracia participativa.
En el transcurso de nuestras vidas, en el diario, nos han acostumbrado a que sea más importante lo visible que lo invisible. Y sin embargo, lo visible se corresponde con una versión maquillada de la realidad mientras que lo invisible, lo oculto, lo escondido, se ajusta con una precisión a veces escalofriante con los crudos hechos.
Es decir, hablando en plata, si quieren conocer la verdad limpia de polvos y pajas, jamás atiendan a los cambiantes titulares de prensa, ni a lo enfatizado en las instancias políticas de presuntos diálogos, sino que intúyanla más bien de lo que usted ve y los altavoces callan.
Concretamente en política, tienen mayor importancia los distractores que los hacedores. El triunfo no está en la gestión, en los aciertos, sino en que la gente visualice como positiva una mala gestión. Y de muestra un botón. ¿Porqué todos los estamentos de gobierno dedican el mayor de los esfuerzos a las tareas de comunicación?
Los hacedores políticos son los que proponen rumbos y soluciones, los que llevan el timón, en nuestro caso desgraciadamente al pairo. Los distractores son los elementos que ensalzan los aciertos propios pero, peor aún, los que minimizan o manipulan las repercusiones públicas de la torpeza de los primeros.
Y no es algo que yo esté inventando sobre la marcha sino que es una práctica diaria, indiscutible y calculada; tan real y evidente como la crisis.
La técnica empleada y el fin perseguido son sumamente sencillos. Viene a ser, para entendernos, como las argucias que utilizan padres y madres –siguiendo escrupulosamente las consignas de la ministra Aido- para alimentar a los bebés. “¡Un pajarito volando!, decimos para que miren hacia otra parte y abran la boca. Y entonces ¡Zas!, cucharada al canto. Tal como los bebés, nos avisan continuamente de pajaritos y nos tragamos platos y platos enteros.
Y una demostración práctica. Tomamos cualquier periódico y, página por página, marcamos visiblemente las noticias que verdaderamente van a tener repercusión directa en nuestras vidas y dejamos tal cual todo aquello que sepa a silicona, o los debates intrascendentes, o las discusiones verduleras. Al acabar, hojeamos el periódico y comprobaremos que lo resaltado representa apenas un cinco por ciento del contenido. Lo demás, en su mayoría, son espurios pajaritos o maniobras onanistas de escusado.
A mejor gobierno, menos pajaritos, y a peor gobierno, bandadas.

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