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11/2/08

PANORAMA JEREZANO

Mientras ZP nos promete 400 euros y Rajoy el pleno empleo, uno, que es “currito” de a pie, se pregunta:
¿400 euros si gana?, ¿pero no gobierna ya?, ¿por qué no lo hace ahora?, ¿está comprando votos?
Y también, en la otra acera de las promesas:
¿Llegará ese pleno empleo a Cádiz?, ¿no es una promesa manida?, ¿queremos los gaditanos trabajar plenamente?
Entretanto, los jerezanos seguimos y seguiremos al tran-tran, sin que haya variado notablemente el paisaje y sin atisbos de esperanza. La única novedad reseñable es que el Xerez ha ganado un par de partidos seguidos.
¿Por dónde crecemos en la provincia de Cádiz para mejorar nuestras vidas; para mejorar nuestras rentas; para involucionar el desempleo?
Porque, no lo olvidemos, uno de cada cinco parados nacionales está en Cádiz y este dato no sólo debiera preocupar sino que resulta absolutamente intolerable. Tanto que, de mediar alguna vergüenza, debieran desfilar uno a uno todos nuestros responsables, o irresponsables, para dar paso a ideas nuevas.
¿Crecemos desde la industria vinatera? No lo creo. La única esperanza puede residir en el talante rompedor de Ruiz Mateos y su Nueva Rumasa. ¿Pero les dejarán esta vez?
¿Crecemos desde la construcción, nuestro último y etéreo motor? Menos aún. El artificioso universo del ladrillo, como era de esperar, ya está dejando sus cadáveres y la subsiguiente cuota de paro.
¿Crecemos desde la industria? Tampoco. La única industria que tenemos es la negociada y a cambio de parabienes. Ningún empresario en sus cabales va a instalarse en territorios conflictivos y con mano de obra cara, menos teniendo alternativas más rentables en la nueva Europa o en países menos desarrollados.
¿Crecemos en la agricultura? Ni contesto; repasen las OCM.
Entonces ¿Desde el sector servicios?
Sería posible, pero aquí no existe ni desparpajo, ni atrevimiento, ni imaginación para que lo hagamos.
No se puede atraer un apetitoso y viable turismo de convenciones y congresos con el Centro de Congresos proyectado para Jerez, arrinconado, condenado al fracaso desde el papel y que continúa su paso por la maldita inercia política y sus intereses profundos y retorcidos.
¿La Fórmula Uno? Es muy cara. Para Valencia y Barcelona, no lo es; para Jerez, sí. En otros lugares se apuesta para ganar y aquí no se gana porque no se apuesta. Y sin embargo, hoy, la Fórmula Uno es un eficaz negocio de imagen, de beneficios directos y de indirectos.
En definitiva, nuestro único patrimonio para crecer es el hecho de estar ubicados en un rincón del paraíso, sierra y mar, naturaleza e historia. Pero ni se explota, ni se valora, ni se sabe vender. Y fracasamos porque, habiendo magníficos profesionales para planificar una auténtica revolución, son frenados por intereses de asientos políticos, por compromisos irrompibles y por falta de atrevimiento.
¿Saben? Ahora, más que nunca, necesitamos de alguien que rompa todo esto.

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