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5/1/09

EL RINCÓN MALILLO

El otro día celebramos nuestra tertulia, la llamada el “Rincón Malillo”, en las Bodegas Real Tesoro, aprovechando la zambomba de la Cadena Ser y Localia y la habitual convocatoria de Eugenio Camacho. Durante la misma, al amparo de algunos vinos de Jerez, bastantes, los tertulianos, como todos los viernes, hicimos ímprobos esfuerzos por arreglar el mundo. Al final, apenas conseguimos cierto punto espirituoso y el descubrimiento de la volatilidad. Pero lo intentamos al menos.
Sinceramente, esa tertulia merece ser atendida por todos, los de a pie y los de chofer, porque en la discusión, a veces seria, otras socarrona y siempre imaginativa, aparecen elementos muy aprovechables. En todo caso, el sustrato de todos los tertulianos que participamos es de tan completa heterogeneidad que refleja con inusitada inexactitud el pulso callejero. Es más, no estaría de más que algunos consideraran la tertulia como una referencia suboficial del latido jerezano y, también, como un borrador de ideas perspicaces e insinuaciones remozables para adornar la gestión pública con alguna nota de imaginación. Falta hace.
De hecho, sorprendentemente, algunas ideas arrojadas por la tertulia, no sé si por casualidad, han sido declaradas casi inmediatamente como intención política, lo cual eleva el grado de utilidad de nuestras verborreas.
Es indudable que la legitimidad de nuestras opiniones a la hora de ser tenidas en cuenta no es demasiada, más cuando los políticos tienden a rodearse de una multitud de asesores cuyas remuneraciones no son proporcionales a su utilidad. Pero el “Rincón Malillo” es distinto. Porque no cobramos, sólo bebemos; porque no representamos a la sabiduría tecnócrata sino a la llana imaginación; porque no inventamos necesidades sino que las transcribimos desde los rincones más recónditos de la calle, ahí donde están las verdades; porque no basamos nuestras propuestas en la técnica sino en la creatividad que hace naufragar a todos los manuales; pero, sobre todas las cosas, porque surgen propuestas solapadas al margen del fundamentalismo feudal de las siglas políticas.
El “Rincón Malillo” es, definitivamente, un buen y necesario puente de lo que le falta en política, del cáncer que va corroyendo la credibilidad de nuestro sistema; el alejamiento de gobernantes y gobernados, el encierro de unos y otros en habitaciones distintas e incomunicadas, la gestión cuadriculada y carente de fantasía. Allí, en esta reunión, está representado el rumor de Jerez, un latido verídico, real, porque allí opinamos voces de todo tipo, que corresponden a los más variopintos especímenes de la fauna jerezana, gente de todos los bandos y de todos los palos, que vierten opiniones anguladas pero que, tras la oportuna criba, dejan sobre los micrófonos el grano semilimpio de la realidad jerezana.

1 comentario:

Eugenio Camacho dijo...

Amigo Carlos. Los vellos, de punta. No te digo más. Me da hasta un poco de miedo que hables tan bien de una tertulia a la que pones el listón muy alto. En fin, a tratar de superarnos. Un abrazo. Te añado a mis favoritos.