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26/1/09

MALENI

Se llama Maleni y es Ministra. Hay muchas teorías al respecto. Unos dicen que lo es porque querían foguearla para reemplazar a Chaves en la Junta, si algún día se marcha. Otros argumentan que se la quitaron de en medio para que cesaran sus hostigamientos a Cajasur, seguramente la única Caja que sigue al margen de los tejemanejes políticos.
Lo cierto es que es Ministra de Fomento, que yo nunca he conseguido comprender el parto de esa denominación. Y Maleni se hace notar. Mi duda está en si Maleni tiene una varita mágica para convertir todas sus actuaciones en escándalo o si tiene una vela negra para que se le tuerzan todas sus gestiones. O lo uno o lo otro. Lo cierto es que, de seguir así, será una digna titular del Palacio de San Telmo o, en su defecto, la mujer del tiempo en Canal Sur.
Sólo desde este prisma, presuponiendo que es la elegida para desgobernar Andalucía, puede explicarse que Zapatero, mejor “Remendón”, la rescate de todos los fangos en los que Maleni insiste en meterse; hundimientos de túneles, AVES, estación de Barcelona, caos por la nieve, inundaciones y demás. Si no, ya estaría Maleni con las maletas hechas en la estación de Atocha.
Y cuando no, siempre está el PP para echar una mano. Y la catalana Montse Nebrera, de lengua fácil, también merecedora de una fulminante patada en el envés, ha aparecido de la nada para desviar la atención de las reincidentes torpezas de Maleni. Como si lo hubieran planificado los mismos Rubalcaba y Pepiño Blanco. La diputada conservadora, con su comentario sobre el acento de chiste de Maleni, o sea andaluz, ha ayudado a que se desinfle la merecida presión en torno a la talentosa gestión de nuestra ministra.
Cristina Alberdi, ex ministra socialista y desencantada de este PSOE de tiritas, afirmaba hace unos días que los socialistas jamás desperdician estos deslices, que machacan una y otra vez con esos detalles hasta invertir la situación y transformar a los culpables en mártires. El PSOE puede haber cambiado mucho, pero sigue utilizando a la perfección los mismos trucajes políticos de antaño.

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