Imagen cabecera

Imagen cabecera

19/3/09

El O.R.A. pro nobis

El ORA, para el que no lo sepa, quiere decir Ordenanza Reguladora del Aparcamiento. Lo aclaro porque hay graciosos que lo traducen como Ordenanza Recaudatoria Arbitraria.
A veces, o a menudo, los “guasas” llevan razón y, en términos reales, el ORA es una manera como otra cualquiera de meter la mano en el bolsillo del ciudadano mediante abusos legalizados.
Desgraciadamente no es el único intento. Vivimos en una forma de Estado que, poco a poco, se va transformando en una mezcla de régimen feudal y policial. Feudal, porque hay pagar tributos por lo que al señor feudal se le antoje o invente; policial, porque sentimos continuamente un aliento en el cogote; si fumas, si corres, si riñes a tus hijos, si aparcas,… La casta política está legitimada para machacar el césped pero, a nosotros, nos prohíben pisarlo.
En este régimen de libertades estéticas y recortadas, de palabras altisonantes y pocos hechos, pronto nos cobrarán un impuesto por respirar, o por andar por las aceras, y llevaremos al contratado de turno pegado a nuestras espaldas y tomando nota de nuestros suspiros o midiendo nuestros pasos. Al tiempo.
Y es así. Estamos incurriendo en un exceso reglamentario y legal de naturaleza innecesaria sólo por exprimir aún más al ciudadano, cuando es bien sabido que la verdadera libertad se consigue a base de mucha educación y pocas leyes. Aquí, al contrario.
A mí, y supongo que a todos los que ocupamos la acera de los paganos, me subleva ese afán recaudatorio salvaje de las administraciones, y más aún cuando vivimos en una atmósfera de hinchados sueldos a asesores que no asesoran, de comisiones a intermediarios mangantes y meritorios, de enchufes a amigotes y allegados inservibles o de administraciones y organismos inútiles que deben ser clausurados.
Los Parking son tres cuartas partes del ORA pero en manos privadas, primos segundos del impuesto revolucionario. Si vas en coche al centro de Jerez, o al hospital, o te viola uno o lo hace el otro. Porque además de sortear mil gorrillas que te perdonan la vida, nadie se salva de dejar seis euritos en concepto de aparcamiento. Cuando recuperas el coche, tienes la pesarosa sensación de haber sido atracado a punta de navaja y todo por el simple hecho de haber aparcado en un suelo o subsuelo que, además, es prorrateadamente nuestro.
El ORA es uno de esos muchos atracos consentidos. Cobran al ciudadano por utilizar una calle que es suya y cuyo mantenimiento ya ha pagado holgadamente con otros impuestos.

No hay comentarios: