
Es muy apreciable, por tanto, venga de donde venga, cualquier esfuerzo por sumar en una España de restas y saldos. No podemos asistir impávidos, y menos resignarnos, a esta nueva guerra civil fría que se consolida, a las siglas que prohíben pensamientos fuera de sus decálogos, a gallos que dialogan escupiendo disimulos, a la bajeza irresponsable de quienes sólo pretenden adornarse de buenos para ganar asientos. Si democracia es libertad y diálogo, no vivimos en democracia. Si democracia es solidaridad y talante, habitamos en la mentira. Si democracia es representación, sobran máscaras y traidores de los más llanos.
Alguien dijo que la democracia nace virgen y va perdiéndose por el camino. La nuestra corre el riesgo de convertirse en una dictadura tapada, en designación más que en representación. Por eso es saludable que jerezanos distintos y diversos demos ejemplo de democracia al clan político haciendo foros no eunucos de diálogo, convirtiendo las altisonantes instancias en charlas distendidas de café, oyendo y escuchando sin negaciones anticipadas, porque es posible estar en lo cierto o en el error con independencia de credos hechos etiquetas. Hablemos pues, se lo debemos a la gente de buena fe. Aún quedan algunos.
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