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22/9/10

LA RUINA


Si pasan por la calle Porvenir, haciendo esquina con Marimanta, encontrarán ustedes un ejemplo típico del urbanismo en el centro de Jerez; una casa absolutamente en ruinas y a punto de desplome.
Se apostó tanto por el provechoso adosadito que ahora el centro se muere en todos los aspectos.
Yo vigilo esa casa muy de cerca, a diario.
Cuando arrecia el viento y la lluvia se sienten dentro del caserón temblores y rumores de agonía, como si estuviera ocupada por un espíritu moribundo. En la azotea brotaron unas ramillas que ya se han convertido en un árbol de envergadura. Diariamente se desprende de la fachada alguna piedra, avisando, mejor amenazando, y sin embargo ahí sigue la ruinosa casa tal cual, como si fuera la Alhambra.
Hace aproximadamente un año, en un vigoroso arreón de levante, se desplomó una buena porción de cornisa; no mucha pero la suficiente para matar a alguien. La respuesta de las autoridades fue una señal de aviso y la calle cortada. No más tarde del día siguiente, la valla y el precinto fueron apartados por los cívicos vecinos y ahí siguen, en un rincón, esperando testimonialmente que suceda una desgracia. Y es curioso, pero la Policía Local multa y multa por las inmediaciones, a poco más de un metro, pero jamás han hecho por reponer la valla. Una señal inequívoca de lo que realmente importa.
En esa casa, como en tantas otras del agónico centro de Jerez, no hay eutanasia que valga. Hay que esperar a que se caiga y rezar mucho para que no haya nadie debajo, no ocurra como con las palmeras de San Mateo.

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