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16/9/08

EL HABILIDOSO SEÑOR BRENES

El señor Brenes, máximo responsable de la educación gaditana, nos sorprende con una inacabable relación de sus logros. Pero pasa que, por más que busco y rebusco en mi experiencia personal y en la de mi entorno, no consigo encontrar ninguna hazaña meritoria. O sí. Acaso el mérito de haber asimilado el extendido uso político de la media verdad, de la inexactitud conveniente o de la pura mentira.
En cualquier caso, señor Brenes, me parece poca cosa para el engrosado presupuesto que maneja.
Así que, discrepando de la inmodestia del señor Brenes, su gestión se me antoja, cuando más, entre lo torpe y lo nefasto. Y es que cada cual juzga según los beneficios o perjuicios que le comportan determinadas decisiones y a mí, señor Brenes, me han hecho ustedes la gran puñeta.
Y le explico.
Yo tengo dos hijas en edad escolar, de edades muy próximas, y ustedes han tenido la feliz idea de separarlas y mandarlas a colegios diferentes que, además, ni se acercan a los que nosotros elegimos en su día, sin falsificaciones. Así pues, primeras gracias señor Brenes.
Pero además, al amparo de la ley, recurrimos esa designación en tiempo y forma y ustedes, los de Educación, con evidente mala educación, ni siquiera se han dignado a contestarme. Quizás el señor Brenes y demás estaban tan enfrascados en su excelsa gestión que han olvidado lo más elemental; cumplir la ley.
Pero hay más. Siendo nosotros padres trabajadores, lo cual hoy es casi un milagro, y con horario más allá de las tres de la tarde, solicitamos plaza de comedor para ambas niñas. Un pequeño alivio. Pero por supuesto, han sido denegadas. Gracias de nuevo, señor Brenes.
Por último, señor Brenes, muy pronto, se creerán ustedes legitimados para inocular a nuestras hijas con esa asignatura, la versión moderna de la FEN franquista, “la educación para la ciudadanía”, otro exponente de mala educación, materia con la que pretenden abducir a los menores sobre las muchas excelencias socialistas, todo bajo el tupido velo de libertades.
El señor Brenes, y otros, desconocen que la libertad no se enseña sino que se respira.

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