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23/2/09

DELINCUENCIAS

La delincuencia llama a la puerta de Jerez de la Frontera, como también suena la campanilla en el panorama patrio. La crisis salvaje, escenificada en números rojos, ahorros nulos, bolsillos vacíos, amenazas bancarias, fines de mes que duran tres semanas, subsidios perecederos, paro y más paro, pasividad general e insolidaria de quienes debieran paliar o acaso revertir la situación, desemboca históricamente en la irrupción de brotes de todo tipo de delincuencia. Y reitero, todo tipo, porque existe la delincuencia ilegal y la inmoral.
Y me explico. Es delincuencia asaltar un banco, desvalijar una casa o dar un tirón, pero también es igual de delincuente el especulador que va por las calles comprando casas al precio de la desesperación, o el que cobra un sueldo público por el mero hecho de ser amigote de yo no sé quien, o el figurón bancario que deja inamovibles las cuotas de las hipotecas cuando los intereses han bajado notablemente, por si cuela. Todas estas expresiones de la delincuencia van en el mismo saco, la delincuencia informada por la ley y la que se surte de la inmoralidad.
Y la prensa, con distintos enfoques, abundando en lo conveniente y obviando lo lesivo para sus intereses estratégicos, es fiel testigo de ese repunte de la delincuencia general, hasta niveles tales que sus páginas se han transformado en casi crónicas de sucesos.
Pero, sin ánimo de ser alarmista, me temo que la situación actual es sólo el principio, el grueso vendrá cuando se acaben los subsidios. Seguramente habrá quienes, por necesidad, recurran a una ilegalidad nada reprochable. Y digo esto porque, en el reparto de derechos y deberes, el Estado debe proporcionar una vida digna a sus ciudadanos y, a cambio, exigirles el cumplimiento de la ley. Pero, si el Estado incumple sistemáticamente ¿está legitimado para demandar la segunda parte del contrato?
Los preocupantes son otros. Pronto habrá quienes no se resignen a la pérdida de la cresta, de la raya de coca, del “piercing” y del BMW tuneado y que, por la aproximación de UDYCO a tierras jerezanas, tendrán que ganarse los cuartos en otros menesteres ilegales. Por otra parte, los de la sopa boba, los habituados al chalé, el yate y el “moetchandon” a costa de los presupuestos oficiales, de los chanchullos urbanísticos, de la ingeniería financiera, acuciados por la reciente fe de vida de la fiscalía anticorrupción, tampoco podrán dormir tranquilos y movilizarán a sus asesores para que busquen algún otro recoveco fronterizo que satisfaga su opulencia. Uno de esta ralea comentó insolentemente en mi presencia: “¿El paro…? es problema de los parados”.
Las autoridades saben bien de estas previsiones infalibles. Y en un clima de aparente normalidad, como si nada, sin alarmas, han ido añadiendo efectivos a las fuerzas de seguridad jerezanas y atrayendo células operativas que llevan siendo necesarias hace años pero que llegan, exactamente, casualmente, en este momento.

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