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23/2/09

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

Con todos mis respetos para la ministra Cabrera, la asignatura Educación para la ciudadanía es un invento de sobaquillo de quienes quieren adoctrinarnos al estilo de las ikastolas, o sea, socialismo por narices. Y no lo digo de oídas, sino tras repasar concienzudamente el espurio contenido legal y respirar chamusquina en casi todos los textos que han llegado a mis manos.
Es más, la filosofía de la asignatura me ha recordado a aquella visita de la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, a un colegio y en la que explicaba a los niños el significado de las izquierdas y las derechas. Según el peculiar sentido de la imparcialidad de doña Teresa, el mismo que impregna la EPC, la izquierda es la opción que mira hacia adelante, moderna, positiva, tolerante, “los buenos”, mientras que la derecha mira siempre hacia atrás, antigua, negativa, intolerante, o sea, “los malos”. Pues tres cuartas de lo mismo.
En mi caso hay pocas dudas. Ya en mis tiempos de Instituto mostré mi enérgica reticencia a que me inyectaran “franquismo” vía intravenosa a través de la desaparecida Formación del Espíritu Nacional, o sea la FEN. Dije entonces y digo ahora, que me traía al pairo el contenido que me pretendían inculcar, que lo que verdaderamente me sublevaba era esa vía antidemocrática de adoctrinamiento, la conculcación de mi libertad, sea cual fuere la ideología de turno que intentara sacar partido del invento. “No me fío de ninguna libertad que se imponga por cojones”, suele apuntarme un filósofo de tabancos jerezanos.
De modo que el Tribunal Supremo, como institución de un poder independiente -que me da la risa- tras la crucifixión de Montesquieu, ha decidido que la EPC de sus nuevos jefes no vulnera los derechos del ciudadano. Y es cierto, no los vulnera, sólo revienta libertades. Más debieran preocuparse de ordeñar el rebaño propio que los ajenos.
También recomendaría a la ministra Cabrera, a su homóloga andaluza y a sus emisarios provinciales, que concentraran ese tesón educativo en asuntos de mayor urgencia que en el andamiaje del futuro de sus siglas. Porque el problema principal de la educación no es la EPC sino el mismo sistema educativo que, en Andalucía, produce un fracaso escolar del 30% y en el que se suceden vejaciones a alumnos y profesores. O sea, ni se aprende ni se educa.

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