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1/2/10

LOS BANCOS ROTOS

El de negro es la crisis;
la de celeste el gobierno.
Digan lo que les digan, no se dejen engañar. Ya sé que estamos ante una clase política adiestrada en las milongas porque lo importante no es la verdad sino el sillón.
La crisis que padecemos tiene culpables con rostros y apellidos y no son precisamente ustedes. Para entenderlo, imagínense un empresario, ávido del bingo, que se gasta más cuartos de los que puede y que luego recorta los sueldos de sus empleados para pagar sus deudas de juego.
Pues por ahí van los tiros. La crisis tiene varios y distintos responsables. Los primeros son los bancos, o mejor, esos señorones que los dirigen, que salen en la tele y se atreven a darnos consejos. Pues bien, su codicia sin límites les llevó al riesgo temerario de apostar por un ladrillo que daba dividendos fáciles y también en activos tóxicos, es decir, inversiones arriesgadas y dudosas pero muy rentables.
Pero llega el presidente del Banco Central Europeo y, para moderar unas décimas de inflación, sube hasta lo inaccesible sus tipos. Y el castillo se derrumba. Los bancos han perdido una pasta en el bingo.
E intervienen los Reyes Magos. Tapan los agujeros para no reventar el corazón del sistema pero no es suficiente, los bancos le sacan la sangre para tapar sus deudas y el automóvil se queda sin gasolina ante la mirada impávida de los impávidos.
Y más culpables. ¿De qué sirve mantener un costosísimo aparato, con organismos internacionales, temáticos, europeos, nacionales, regionales, provinciales y locales, todos ellos cargados de expertos y asesores de “o” con canuto, si no son capaces de prever esto?
Para soluciones, véase la foto.
Esto mismo lo hago yo, o usted, y nos pasamos la vida en chirona.

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