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2/6/09

NUEVO FASCISMO

Siempre he tenido la teoría de que, cuando concurren varias casualidades, dejan de serlo.
En mi caso personal, tengo muchas razones para dejar de creer en las casualidades y empezar a pensar en términos conspirativos, en persecución, al más puro estilo franquista. Si no, ahí van algunas muestras.
Casualmente, después de mis intervenciones en distintos medios poniendo en duda la utilidad de las Diputaciones y la evidente antijerezanía del señor González Cabañas, apenas dos semanas después, he recibido un manojo de multas del ORA, procedentes de la Diputación, producidas cuando estaba en curso la renovación de mi tarjeta de residente. Este hecho sospechosamente consecutivo, no sólo confirma mi convencimiento de la naturaleza inútil de la Diputación y de quien la comanda, sino que además delata el absolutismo fascista de muchos de nuestros dirigentes. Causa y efecto.
Pero hay más casualidades.
He mantenido un largo contencioso con la Delegación de Educación acerca de ese engendro fraudulento por el que asignan los colegios y que mandó a mis hijas, de edades similares, a dos colegios distintos y fuera de nuestras legítimas preferencias –eso dice la Constitución-. En realidad ha sido un contencioso unilateral, porque yo hacía mis alegaciones y recursos en tiempo y forma y ellos ni siquiera contestaban, ni encontraban el expediente, saltándose la ley a la torera como suelen hacer. Todo ello mientras el señor Pepiño Blanco defendía el sistema público y reconocía tener a sus hijos en colegios privados, mientras el señor ZP tenía a los suyos en colegios de monjitas, y así todos, uno a uno, una ley para la casta política y otra para el resto de los españoles. Pues bien, tras manifestar repetidamente mis consistentes dudas sobre la capacidad del señor Brenes, fronteriza a la nulidad, tras expresar públicamente mi rechazo a un sistema basado en el fraude, la manipulación, la incongruencia, la ilegalidad y el engaño, algún personajillo descendiente de mala madre ha vuelto a destinar a mis hijas en dos colegios distintos, la última de ellas, con apenas cinco años, al centro menos deseable de toda la provincia de Cádiz. Y ahí me ha dolido, señor Brenes. Sólo puedo asegurarle que a ese colegio irán, en todo caso, su dudosa descendencia o su clandestina madre, pero no mi hija.
Pero sigo con otras casualidades o causalidades, que hay más.
Siempre he mantenido una opinión crítica acerca de este “gobierno de tontos en un país de tontos”, aunque antes expresadas en términos más amables. Ya definitivamente no. Y de muestra un botón, u otra consecuente casualidad tras mis opiniones. Resulta que mi antigua empresa pagó determinadas cuotas de la Seguridad Social cometiendo algún error formal. La Agencia Tributaria me lo hizo saber, lo comuniqué a la empresa y las anomalías fueron subsanadas oportunamente. Pero, ya con todo solucionado, la Agencia Tributaria embarga mis cuentas, la devolución de Hacienda e incluso mi casa. Es decir, no sólo me embargan por un asunto que ellos mismos reconocen como solucionado sino que además no lo hacen con los precursores de las irregularidades sino con el más débil e inocente, con quien nada tiene que ver con sus respectivas inutilidades. Y ahora, me dicen, tengo que esperar meses a que me devuelvan lo embargado, con lo que está cayendo. Pero claro, hay que recaudar para costear el avioncito de ZP y hacer escalerillas.
Hay seis casualidades más, pero creo que son suficientes de momento para plasmar este régimen de libertades, ese talante democrático y esa evidente persecución fascista de los discrepantes.
Pero, los señores del exceso, muy demócratas ellos, ya no deben preocuparse más por mí. Estoy decidido a tomar el camino más viable; el exilio. Lo hicieron otros en tiempos de Franco y la cosa ha cambiado bien poco; sólo las caras. Estoy determinado a ser el primer exiliado de la democracia española, huyendo de la desvergüenza política, de la torpeza, del adocenamiento, de la mala fe, de los cortijeros de nuevo cuño, de la manipulación de la buena gente, de los socialistas de Hermes y Armani, de las prácticas caciquiles, de las persecuciones sibilinas a quienes, hasta el momento, se han limitado a usar la libertad con respeto.
Hoy pienso distinto, y reconozco que me iré asqueado de este país sucio y mafioso. Estoy en ello, gestionando y planificando minuciosamente el modo de hacerlo de la manera más mediática, escandalosa y sonrojante.
¿Alguien se apunta?

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