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2/12/10

BUBA

A Buba, la querida elefanta del zoo botánico de Jerez –que yo me obstino en llamarlo Tempul-, se la llevan para que conozca varón y sea madre. Un poco tardío le viene el encargo porque tiene 30 años y, en libertad, los elefantes suelen vivir sobre los sesenta. De manera que, en todo caso, será madre talludita y conocerá los encantos de la carne al estilo Zapatero, tarde y mal.
Antes de la crisis, los planes del zoo respecto a Buba eran otros. Existía la intención de agrandar el recinto y que fuera el macho quien hiciera la cortesía de visitarla y enamorarla bajo las estrellas jerezanas. Pero el encargado de las prioridades en tiempos de crisis, que así nos va con su torcido criterio, ha decidido que esto no era importante; la “Ñ” había agotado su presupuesto en sembrar carteles y en hacer y tapar socavones junto a otras sandeces improductivas.
Y a mi juicio sí lo era, principalmente porque soy un romántico que aún contempla el valor de lo sentimental. Buba es muy querida por muchos, principalmente por los niños jerezanos; pero como no están en edad de voto sus intereses no resultan políticamente interesantes. Así que ajo.
En estos términos, la acuciante necesidad de compañía de la buena elefanta, más aún al ser un animal de naturaleza gregaria, ha sido resuelta con un nuevo parche; que se la lleven.
Temo mucho que Buba no vuelva a Jerez. Porque entre que llega, se aclimata, congenia, se embaraza, pare y cría a su hijo, habrán pasado bastantes años; los suficientes para que cunda el olvido y se sortee la papeleta.

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